Mario Malpartida
La política se define como el arte de lo posible, aunque otra versión ha cambiado como el arte de lo imposible. Cualquiera que fuera la versión del arte, dependerá del objetivo y expectativas, de los valores y la conciencia política; de la intención y la esperanza. En este país con ríos brillando de mercurio, sus bosques incendiados, país diverso y mediterráneo, sus entrañas del suelo vaciadas; con un pueblo sin memoria, todo vuelve a suceder. Entonces, no será extraño que padezca otro fracaso, uno más en su historia independiente; y que no sea por casualidad, sino un propósito planeado.
Otra vez volverán las colas para conseguir alimentos, y todo será controlado por nuevos organismos creados para el efecto: cuándo y cuántas raciones, en envases cuarteados con mensajes y distintivos del gobierno. ¿Será que llegaremos tan lejos? se preguntan los sorprendidos y dudan, para ellos suena como imposible; y los visionarios aducen que será posible. “En todo caso, estamos a medio camino” (opina la mayoría) que poco a poco nos acerca a la meta, adonde ya llegaron los precursores de esta nueva ideología, diseñada a medida para los países de Sur América”.
Con leyes, decretos y resoluciones, el gobierno se extralimita, los movimientos sociales mandan, el modelo extractivo progresa, el ciudadano grita, pero nada más hace, se queja, protesta; pero el socialismo avanza. ¿Qué ha pasado para que el país se hunda en una crisis institucional, con una gobernanza inepta, malogrado en su economía (todo es pena nada es gloria, los niños son la única luz) al punto de sentir inseguridad y miedo?
El panorama no es nuevo, se vive otros países; es el modelo “Socialismo del Siglo XXI” Muchos piden cambiar el tal modelo. ¿Acaso es difícil entender que es perfecto para la finalidad buscada: socializar la pobreza? Crear empresas públicas sin esperar beneficio; agobiar al empresario privado, concentrar los poderes en un solo poder; las cosas como suceden son la aplicación a la práctica de la doctrina, el principio y la esencia del socialismo que también se conoce como “foro” de San Pablo y Puebla, bajo cuyos fundamentos el poder queda en manos del ganador dominante, de manera que el concepto de distribución de poder es equivocado, es falso, ¿de cuál poder si nada queda? Todo está concentrado en una sola persona: autocrático, tirano o dictador.
Así, la democracia parece ser apenas un simulacro para la perpetuación de los mismos, la nueva elite más rica y poderosa, como lo denunció Milovan Djilas en su libro “La nueva clase”, que se refiere a los nuevos ricos del comunismo de Rusia (parecía algo imposible. pero el poder lo consiguió). Luego siguieron Venezuela, Cuba y Nicaragua, modelos siniestros de “la sociedad del abuso”. Deshonrar al contrario, es enemigo, se lo debe eliminar, en vez de ser adversario con quien trabajar defendiendo a la patria, ¿será posible? No hagamos caso a la derecha, hermanos, sigamos con nuestro plan.
Lo que se creía imposible es ahora oscura realidad. Lo que tenía que ser posible no sucedió, era alcanzable y no pudo ser, porque sobró la ignorancia, faltó honestidad, el gobierno ostentó en todo el tiempo incompetencia. La política perdió toda cualidad de arte, es un estropajo que sirve para limpiar las inmundicias con las que se ensucia el poder. Muchos dirán que es mentira, que todo está bien. ¿Usted qué opina? Se dice que en esta vida hay tres versiones, la suya, la mía y la verdadera.
El autor es periodista.