Parte I
El economista Samuel Johnson mencionó lo siguiente: “El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz porque disfruta de ambas cosas”. Estas palabras no encajan en la realidad de Bolivia, que debe afrontar varios problemas económicos que afectan a la población, cuya solución demanda respuestas estructurales.
El anuncio realizado por el presidente Luis Arce Catacora, con relación a la realización de un referéndum para consultar a la gente sobre si está de acuerdo o no con la subvención a los carburantes, generó incertidumbre en varios sectores de la sociedad, por las consecuencias que habrá en el futuro. Esta decisión se debe a las siguientes causas que maduraron por varios años:
En la actualidad ya no se cuenta con suficientes dólares en las Reservas Internacionales Netas (RIN), porque fueron utilizados para la instalación de empresas estatales que, en algunos casos, son deficitarias. Entre 2014 y abril de 2024 las reservas cayeron de $us 15.122 millones a $us 1.796 millones.
Además, se destinó dinero a la subvención de alimentos, servicios básicos y carburantes (en 2023 alcanzó $us 1.821 millones). Pero uno de los factores que ocasionó la merma de la divisa estadounidense en las RIN fue el elevado déficit fiscal, por el aumento del gasto corriente, pues se proyecta que para este año alcanzaría el 7,8% (representa al menos $us 3.600 millones).
Otro factor que ayudó a tener menos dólares en las arcas del Estado fue la caída de la renta petrolera entre 2014 y 2023, de $us 5.489 millones a $us 2.370 millones. Estas cifras están acompañadas por el descenso en la producción de gas natural, de 60 millones de metros cúbicos por día (MMmcd) a 32,8 MMmcd entre 2015 y junio de 2024.
Este resultado se tradujo en la escasez de la divisa estadounidense y la creación de un mercado paralelo que goza de buena salud, el encarecimiento de los productos en el mercado interno, la dificultad en el pago a los importadores de diésel y gasolina por parte del Estado y la devaluación de la moneda nacional respecto al dólar. En estos momentos, la devaluación del boliviano ronda por el 80%, debido a que la divisa extranjera se cotiza entre Bs 12 y 13,50.
Soslayar estos datos y recurrir a la participación ciudadana en democracia para que decida si se mantendrá o no la subvención a los carburantes refleja el interés del presidente Arce Catacora y del vicepresidente David Choquehuanca, de eludir toda responsabilidad, después de haber sido parte de la gestión del exmandatario Evo Morales. La debacle en los ingresos del Estado se registró desde hace ocho o nueve años, pero nada se hizo, así como la falta de trabajos de exploración hidrocarburífera.
Una eliminación total de la subvención a los carburantes o la aplicación de valores diferenciados para determinados sectores causará que los precios de la canasta familiar y otros bienes de mayor demanda se eleven en el mercado interno, lo cual afectará de forma directa a los sectores de bajos ingresos o pobres. Esta situación se daría a pesar del subsidio que se aplique a los carburantes a favor de los últimos, pues los ingresos o salario del ciudadano de pie no alcanzarían para adquirir los productos de primera necesidad para subsistir.
Lo mencionado, se debe a que en una economía informal que alcanzó el 80%, no importará si unos se benefician con la subvención y otros no, pues el aumento en los precios será lineal para todos, porque el fin último es el lucro, lo cual está acompañado de una falta de control por parte de las autoridades llamadas a esa labor por norma.