Augusto Vera Riveros
Cierto d铆a un hombre viajaba en su autom贸vil por una carretera. De pronto se detuvo por un desperfecto. El hombre baj贸, lo revis贸 y trat贸 de componerlo pensando que pod铆a encontrar soluci贸n debido a que conduc铆a su coche desde hace a帽os. Luego de muchos intentos, se convenci贸 de que no pod铆a dar soluci贸n a la falla del motor. En ese momento se detuvo un veh铆culo del que su conductor baj贸 para ofrecerle ayuda. El hombre del auto averiado le dijo: 鈥淢ire, no creo que usted, que no conoce mi auto, pueda darle soluci贸n鈥. El otro hombre, con una sonrisa amable, insisti贸 hasta convencer al otro, quien a pesar de todo no crey贸 en aquel. El segundo hombre ech贸 manos a la obra y en minutos compuso el motor y el auto arranc贸. El primer hombre pregunt贸: 鈥溌緾贸mo pudo arreglar mi auto si usted no lo conoce como lo conozco yo?鈥. 鈥淰er谩鈥 mi nombre es F茅lix Wankel鈥 Yo invent茅 el motor rotativo que utiliza su auto鈥.
La historia puede o no ser cierta, pero es ilustrativa para que entendamos que para salir de nuestra mediocridad necesitamos crecer, reflej谩ndonos en quienes ya son grandes.
La cortedad de miras nos est谩 ganando en todos los terrenos. En general, es uno de los problemas del pa铆s que est谩n carcomiendo cada d铆a m谩s a nuestra sociedad. Pero esa percepci贸n es muy general, porque lo que ocurre en nuestro contexto es mucho m谩s preocupante. En realidad, es desconsolador porque en Bolivia estamos acostumbrados a ser primeros en corrupci贸n en el mundo; un pa铆s donde se bebe mucho alcohol, pero no se nutre el cerebro, donde se da rienda suelta al carnaval, pero no se cultiva el esp铆ritu.
Mientras en Par铆s se concentra lo m谩s granado del deporte y hay performances soberbias de los atletas de casi todo el mundo, ac谩 en Bolivia, empezando por los fan谩ticos del f煤tbol, los periodistas y los dirigentes del deporte en general, hacemos demasiados aspavientos porque alguna vez un equipo boliviano lleg贸 a cuartos de final en la Copa Libertadores de Am茅rica, al tiempo que en todos los dem谩s pa铆ses de la regi贸n sus equipos aspiran todos los a帽os a ganar ese torneo.
Recientemente un entrenador de f煤tbol, de los m谩s destacados en el mundo, dijo que el futbol dej贸 de ser un deporte de pobres. Y es que, en la actualidad, 茅sta que en el pasado fue una disciplina reservada para las clases medias bajas, ahora es un negocio lucrativo, y entonces si no se invierte generosamente en la capacitaci贸n de los deportistas desde ni帽os, es l贸gico pero mediocre no aspirar a algo importante. En medio de esa mediocridad, el adversario m谩s enconado responde que ellos nunca descendieron de categor铆a; pero ambos solo ganan en un campeonato en el que son buenos, pero del mont贸n, sin m谩s m茅ritos que ganarles a los dem谩s que deportivamente son nada. Pero no solo son los actores del deporte, entre los que quiz谩 pueda justificarse tales conductas por la rivalidad que anteponen ante razonamientos que puedan merecer m谩s consideraci贸n. Pero ya es vergonzoso que en los 煤ltimos d铆as se hagan ruidosas extrapolaciones por la obtenci贸n de una medalla de oro por parte de un deportista nacido ac谩, que representa a la Argentina. Los periodistas deportivos, m谩s que cualquier ciudadano ajeno a la actividad, tienen que saber que se da m茅rito a quien obtiene un galard贸n en el nombre del pa铆s que representa. No es aceptable que luego de la gloria reci茅n se acuerden de su cuna. El ciclista que gan贸 oro ol铆mpico es argentino y punto. Mediocres tambi茅n son los titulares de los peri贸dicos nacionales que, en medio de todo aquello que responde a un esfuerzo menor del que la velocista boliviana es capaz de ejercer si tuviera una direcci贸n t茅cnica adecuada, se pondera exageradamente una clasificaci贸n a una etapa que nada significa, porque ni siquiera super贸 su propia marca. 驴Tiene ella la culpa? Claro que no.
No 煤ltimamente, pero hasta hace unos meses, la prensa deportiva quiso transmitir al lector un inmotivado orgullo porque una mujer cruce帽a es esposa de un futbolista africano que brilla en Europa, como si la pareja de quien triunfa en su equipo fuera la que juega o la val铆a de esta compatriota se midiera por su condici贸n de pareja de esa estrella del deporte.
Entonces, 驴por qu茅 nuestras autoridades, dirigentes o periodistas del ramo no conducen pol铆ticas que ayuden a nuestros deportistas a que aspiren a ganar el campeonato mundial de cualquier deporte, a que todos los equipos de f煤tbol sean competitivos y no se acostumbren a ser los eternos menos malos del torneo, a tener una estrella que brille en Europa para elogiar a ella y no a su pareja o a que nuestros atletas disputen finales y no celebren clasificaciones preliminares 煤nicamente?
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.