Rolando Kempff Bacigalupo
El premio Nobel de Economía es un galardón otorgado anualmente por la Real Academia de las Ciencias de Suecia a aquellos individuos que han realizado contribuciones sobresalientes en el campo de la economía. Fue establecido en 1968 por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, el inventor de la dinamita y fundador de los premios Nobel. El premio consiste en una medalla de oro, un diploma y una cantidad de dinero significativa.
El premio Nobel de economía es considerado uno de los más prestigiosos reconocimientos en el campo de la economía y ha ayudado a destacar el trabajo de muchos economistas influyentes a lo largo de los años. Además, ha contribuido a aumentar la conciencia pública sobre la importancia de la investigación económica en la resolución de problemas sociales y políticos.
La fortaleza de las instituciones estatales influye en la prosperidad económica relativa de los países. Esta es la conclusión de los estudios realizados por los profesores Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, ganadores –por esta investigación– del premio Nobel 2024.
Los galardonados explicaron que en el mundo existen países ricos y países pobres. Algunos de estos países, desde sus posiciones retrasadas consiguen progresar y desarrollar, pero otros fracasan en su intento, ¿por qué? La respuesta en muy simple: por la calidad de sus instituciones.
Para entender este razonamiento debemos reconocer que la relación entre quienes ostentan el poder (las élites gobernantes) y el resto de la sociedad se determina por medio de las instituciones. Cuanto mejores son éstas, mayor será la prosperidad y mayores las posibilidades de alcanzar desarrollo económico.
La entrega del Nobel a estos tres economistas fue, en resumen, por sus estudios empíricos y teóricos que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones y su análisis sobre la desigualdad.
Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas, dijo que “reducir las enormes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, remarcando que los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo”.
Los trabajos de Acemoglu, Johnson y Robinson explican que las diferencias en la prosperidad de los países más ricos y los más pobres se remontan a “las instituciones sociales que se introdujeron durante la colonización”. Y esto, según la Academia, “ha ayudado a comprender por qué las sociedades con un Estado de Derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor”.
Las instituciones determinan la relación entre quienes ostentan el poder (las élites gobernantes) y el resto de la sociedad. Cuanto mejores son, mayor es la prosperidad y mayores son las posibilidades de desarrollo económico.
Los investigadores explican que hay instituciones inclusivas, que se fundamentan en el respeto al Estado de Derecho, y suelen estar asociadas a sociedades democráticas, permitiendo a la ciudadanía desenvolverse, para alcanzar sus objetivos económicos y sociales.
Mientras, las instituciones extractivas, donde son conculcados derechos básicos y no hay seguridad jurídica –más comunes en autocracias– también pueden estar presentes en democracias, donde las élites persiguen extraer los recursos del resto de la sociedad para su propio beneficio.
Es en estas instituciones donde se limita el incentivo de la sociedad a generar riqueza, emprender e innovar, y menoscaba el desarrollo social.
Para el economista Jorge Núñez del Prado, debemos aplicar la receta de la cultura organizacional, es decir, el microentorno que tienen las empresas que permiten generar riqueza, que debe ser sano, positivo, que no está influenciado por decisiones políticas. Para el economista, el principal problema es la corrupción y el segundo, las leyes ampulosas
A poco de conocerse este reconocimiento, economistas bolivianos sugirieron al Gobierno, tomar algunas lecciones que están plasmadas en el libro “Por qué fracasan los países”, de Acemoglu y Robinson (2012), considerando las diferencias existentes entre las instituciones estatales entre países.
El autor es Economista, Académico de Número de la ABCE y Presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz (FEPLP).