Ni las coincidencias ideológicas de Lula da Silva con Luis Arce, ni los mandatos del Foro de Sao Paulo fueron suficientes para que el brasileño pase por alto la desastrosa situación en que el MAS ha dejado a la economía boliviana.
Cuando los dos presidentes estaban firmando unos optimistas documentos de complementación económica, basados en inversiones que deben hacer los presuntamente ingenuos empresarios brasileños, 250 furiosos masistas armados asaltaban predios agrícolas en Guarayos.
Confeagro se declaraba en emergencia por las inseguridades jurídicas y unas 32 empresas bolivianas se iban del país cada día, según estimaciones del economista Jaime Dunn, precisamente porque en Bolivia la propiedad privada ha sido abolida en la práctica. El éxodo de empresarios bolivianos ha sido, seguramente, un dato que Lula tuvo que conocer y luego, ya ante Arce, disimular sus dudas, sonriendo, seguro de que estaba haciendo un ejercicio de simulación para hacerse la ilusión de que Brasil tiene posibilidades de tener influencia política en la región.
Por su lado, Arce estaba simulando que las cosas son normales, que todo está muy bien en el país y que la implosión económica no está tan cerca como todos los demás bolivianos temen.
Entonces, Lula pidió que en los documentos bilaterales se incluya la necesidad de que en Bolivia exista estabilidad política y sean garantizadas las inversiones.
Es una preocupación permanente del gobierno brasileño. El 19 de junio, el canciller Mauro Vieira había informado en el parlamento brasileño que el gobierno pidió al embajador en La Paz y al cónsul en Santa Cruz que protejan las propiedades agrícolas de los ciudadanos brasileños que operan en Bolivia.
Por lo tanto, Lula da Silva tiene dudas sobre los deseos que pudieran tener los empresarios de su país de venir a invertir en Bolivia.
No es el caso, pero quizá Lula desearía proponer que las inversiones brasileñas en Bolivia sean garantizadas por un acuerdo legal, e incluso militar, debido a que el Estado boliviano no tiene ni las intenciones ni los medios para frenar este festín que se están dando los asaltantes de tierras.
Cuando los dos presidentes firmaban los documentos, desde Argentina llegaba la noticia de que los ductos bolivianos serán usados a partir de octubre próximo para llevar gas natural de Vaca Muerta a territorio brasileño, comenzando con 3 millones de m/d.
El viejo soldador paulista debe estar pensando, ahora en sus oficinas de Brasilia, en lo que acaba de hacer en Bolivia.
Quizá esté dudando si le convenía esperar un poco para negociar con un gobierno que llegue después de que se haya producido la implosión económica que está a la vuelta de la esquina.
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