Eric L. Cárdenas del Castillo
Según el diccionario de nuestra rica lengua oficial, se entiende por bloquear el interrumpir, inmovilizar, trancar, cortar el curso normal de un desplazamiento, de tal suerte de asediar a quien va dirigida esta acción. Es también un recurso que se emplea en el combate, en la guerra marítima, en la que se bloqueaba un puerto para impedir que los barcos entren o salgan del mismo. Es también una suerte de cerco.
Esta acción en nuestro medio es frecuente, en el conflicto político, bloqueando las carreteras, con la finalidad de interrumpir y paralizar el normal tránsito de personas, bienes y productos, pues son bloqueadas rutas importantes entre zonas productivas con zonas de consumo de bienes, lo que importa que se busca afectar el curso normal de la actividad económica de un país, de una región o de una actividad determinada.
Lamentablemente, el bloqueo de carreteras, no sólo afecta a la actividad económica, sino también a los ciudadanos en su derecho de libre desplazamiento y circulación por el territorio, con el agravante –como sucedió durante la pandemia del Covid 19– de que el bloqueo no permitió a enfermos graves llegar a centros de atención médica, determinando la muerte de alrededor de 40 personas. Y aún hoy, no se permite el paso de ambulancias, de personal médico y de salud, pero por normas internacionales no debe ser interrumpido su desplazamiento.
El bloqueo de carreteras, es parte de la táctica política de gente del partido de gobierno populista, acaudillado por el expresidente Evo Morales Ayma, que ya durante el gobierno constitucional del general Banzer Suárez, ordenó un bloqueo de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, que duró 30 días. Y cuando fue candidato en las elecciones de 2005, amenazó con tomar estas medidas contra el gobierno que no fuera presidido por él.
Esta conducta se ha generalizado en la ciudadanía, la que, por cualquier motivo, en especial por falta de algún producto, como gasolina o gas, demanda vecinal, etc., bloquea las vías públicas, con objeto de llamar la atención de los medios y que las autoridades atiendan sus demandas, ocasionando perjuicios a los ciudadanos. Un estudio sobre el número de bloqueos y el perjuicio económico, revela su elevado número y una cuantiosa afectación al erario público –que es de todos– y de particulares afectados en su actividad productiva.
El expresidente Morales, que en algún momento entre risas se declaró “campeón de los bloqueos”, tiene como arma de lucha política esta execrable actividad, que provoca un grave perjuicio al país en su conjunto, más aún por motivos personales con la justicia, y peor aún, como ahora, cuando el país está atravesando por una crisis económica preocupante, que puede desembocar en un problema social agudo.
Ahora bien, ¿por qué Evo Morales tiene facilidad para ordenar bloqueos? Lo que sucede es que el ex presidente, es dirigente de los cocaleros del Chapare cochabambino desde hace ya décadas, los que suman varios miles de productores de hoja de coca, cuyo destino final no es el consumo tradicional, pues no es una hoja apta para el “acullico” o mascado, sino para otros fines ilegales. Pero esa actividad productiva reditúa elevadas ganancias.
Los bloqueadores son los cocaleros y sus familias, que al estar sujetos a una organización sindical (?), están obligados a acatar las disposiciones de sus dirigentes, en este caso de Evo Morales. Además, participan en estas medidas de presión, campesinos y pobladores de áreas periurbanas, que perciben un pago por día que bloquean, pues ¿cómo es posible que dejen varios días sus actividades cotidianas, para bloquear?
Lo cierto es que la política en todos estos años de populismo, ha perdido su esencia de ser una actividad de propuestas y debate de ideas, de diálogo a fin de encontrar soluciones para los problemas que tiene nuestra sociedad, y no como confrontación directa en las calles y carreteras, con amenazas, montajes e insultos, para luego expresar que es el pueblo el que ha determinado esas medidas, cuando el pueblo, en su mayoría, está observando indignado los excesos de los populistas por sus desacuerdos internos.
Esa mentalidad de bloqueo, de paralizar las actividades cotidianas de los ciudadanos, de daño a los intereses de la colectividad, pone en riesgo la seguridad nacional, la paz social y el orden legal, que es el camino al desarrollo y progreso. Y ante los ojos de los países vecinos, es como un ejemplo de lo que no hay que seguir.
El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.