Raúl Alberto Quispe Catacora
Una de las escritoras infatigables de Latinoamérica es, indudablemente: Isabel Allende, de nacionalidad chilena, nacida en Lima en 1942. Entre sus obras literarias está: La ciudad de las bestias (2002), novela que quizás por su contenido debía llevar otro título, por el encuentro de dos preadolescentes de distintas procedencias o vidas concebidas; uno que ha vivido en ciudades bulliciosas y otro que conoce la selva tropical, cálida y con vida con la naturaleza y los animales silvestres.
Su protagonista es Alexander Coid: un muchacho extrovertido y alegre; que un día escucha decir a su padre: “Tú irás donde mi madre… ¿Kate? ¡No quiero ir donde ella, papá! ¿Por qué no puedo ir con mis hermanas? Al menos la abuela Carla sabe cocinar… Tengo quince años, papá, edad de sobra para que al menos me preguntes mi opinión. No es justo que me mandes donde Kate como si yo fuera un paquete. Siempre es lo mismo, tú tomas las decisiones y yo tengo que aceptarlas. ¡Ya no soy un niño…! (Pág. 18).
Emprende viaje a Nueva York, donde vivía su abuela; antes de encontrarse frente a Kate, sucede este pasaje: “Alex adivinó que ella lo estaba esperando, aunque por supuesto jamás lo admitiría. Estaba helado hasta los huesos y nunca en su vida había necesitado tanto echarse en los brazos de alguien, pero cuando por fin se abrió la puerta del ascensor en el piso once y se encontró ante su abuela, estaba determinado a no permitir que ella lo viera flaquear”. – Hola abuela, saludó lo más claramente que pudo, dado lo mucho que le castañeaban los dientes. – ¡Te he dicho que no me llames abuela! – Lo increpó ella. – Llegas bastante tarde, Alexander. – ¿No quedamos en que me ibas a recoger en el aeropuerto? – No quedamos en nada. Si no eres capaz de llegar del aeropuerto a mi casa, menos serás capaz de ir conmigo a la selva… (Pág. 34).
Con la abuela Kate, una escritora que no sabía cocinar, emprenden una expedición a las tierras de la Amazonia, volando en avión por la región de Brasil, acompañados de César Santos (guía) y la doctora Omayra Torres, junto al científico naturalista profesor Leblanc, que tenía la misión de atrapar a una extraña criatura de la selva: “La Bestia”. En la expedición conoce Alex a la muchacha Nadia, dotada de poderes naturales para hablar con los chamanes de la selva (Walimaí): “Un chamán, es un brujo muy poderoso. Habla a través de sueños y visiones. Puede viajar al mundo de los espíritus cuando desea…” (Pág. 67).
La expedición al margen de atrapar a la extraña bestia o fantasma de la selva, también pretendía organizar campañas de vacunación a las etnias y originarios de la región Amazónica, a través de la doctora Torres. Sin embargo, en este tipo de expediciones de investigación científica, no faltan empresarios que tienen la intencionalidad de exterminar y hacer desaparecer a los indígenas, que viven con y de la naturaleza, recolectando frutos silvestres con sus manos y medios.
Allende, muestra con esta novela la existencia de empresarios que pretenden propagar enfermedades en el mundo de la selva con vacunas que generan epidemias y enfermedades contagiosas (gripe). Para hacer desaparecer a los originarios y convertirse en dueños absolutos de las tierras vírgenes de la Amazonia. Tal como está sucediendo en el oriente boliviano, al margen de las “quemas o chaqueos”, que estos personajes propician a propósito: “desmonte de la selva”.
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