Jhonny Vargas
Existe una interrelación necesaria entre el hombre, “homo” en latín y la guerra, “bellum”. Una frase en latín dice: “Si vis pacem, para bellum” (si quieres paz, prepárate para la guerra). Hoy la tecnología de las nuevas armas, hace caduca la diplomacia y la política, ningún imperio ha sido permanente hasta ahora, eso nos demuestra la historia, vivimos en una última década brutal y decadente. Estos tiempos son complejos y también aburridos, todo el mundo pareciera que vive por vivir, sin darse cuenta que su propia existencia está en peligro. Ese aparatito llamado celular, nos mantiene totalmente distraídos y entretenidos, sin percatarnos que estamos al borde de un conflicto global bélico inminente. Todos estamos ocupados en nuestras vidas y con el celular, mientras el escenario bélico mundial se va configurando con un ritmo acelerado.
Rusia en la ONU hecha el grito al cielo, expresando que “el ataque contra civiles en Sebastopol no quedará sin respuesta”, es que la escalada bélica cada vez es más intensa. Ucrania está utilizando armamento moderno proporcionado por EEUU, para sus ofensivas militares. Por otro lado, Rusia está utilizando mini bombas nucleares, arrasando por completo con ciudades pequeñas en Ucrania. La Tercera Guerra Mundial empezó hace tiempo, el mundo se ha dividido en dos bloques (OTAN – BRICS). EEUU está lanzando ataques a Rusia desde territorio ucraniano, por otra parte, aeronaves y buques rusos realizan ejercicios militares. El mapa global se complica: una chispa puede hacer estallar una declaración de guerra formal. Todos se preparan para un enfrentamiento, por un lado, el bloque encabezado por Rusia, China, Irán y Corea del Norte y, por otro, el bloque encabezado por EEUU, Inglaterra, Israel y Corea del Sur. Por otro lado, el conflicto en Gaza es solo una parte de un teatro de guerra global.
Una vez iniciado el conflicto, todos estaremos implicados, aunque los hechos bélicos se den a miles de kilómetros de distancia, las repercusiones se darán en instituciones, estados, regiones específicas de Latinoamérica. Uno de esos hechos será la migración masiva de ciudadanos de esas zonas hacia el cono sur, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos se vinieron a refugiar por estos lugares. Por otro lado, China se prepara para invadir Taiwán, Estados Unidos blinda La Florida por miedo a Vladimir Putin. Rusia rearma a corea del norte para desafiar a Estados Unidos. Joe Biden se hunde después del debate con Donald Trump, buscan reemplazarlo a toda costa, lo que al parecer será un hecho consumado, porque todo es geopolítico. El regreso de los Obama al escenario de la política mundial es un hecho.
Estados Unidos quiere a China y Rusia fuera de Latinoamérica. En el fondo es una pugna por el control de los recursos naturales, el mercado global se vitaliza por medio de la codicia de las elites económicas globales. La economía de guerra, es el lubricante para impulsar la economía global, al menos así al parecer lo han decidido las potencias. La producción de armamento tiende a subir mientras exista demanda, con tres hogueras bélicas, activas en todo el orbe y, por ende, mientras los precios son relativamente altos. Europa está decidida a renacer sobre la base económica de una conflagración mundial. Al surgir la escasez, el consumidor global está dispuesto a pagar más por aquello que quiere adquirir: terrenos, alimentos, medicamentos y armas. Eso hace subir los precios nuevamente y sube la producción a escala global.
La lucha por recursos naturales, materias primas, bosques amazónicos, terrenos para construcción y reconstrucción masiva, desempeña el papel más importante de la política mundial. Para conseguir esto no interesa utilizar la religión, la ideología y hacer que el hombre se convierta en lobo del hombre. Pero la economía de guerra, una fase superior al imperialismo, venga de donde venga, demostrará ser incapaz de frenar oportunamente el apetito de lucro y ganancia de las elites globales y, por ende, la producción y preparación en masa para la guerra, más el ritmo de funcionamiento y control de los factores externos del mercado, resultarán demasiado lentos para predecir el impacto real de las consecuencias de una guerra global descontrolada. Las depresiones económicas azotarán primero a Europa, las crisis económicas y estallidos sociales harán presa de la sociedad latinoamericana con todos sus rigores.
La economía de guerra será inepta para resolver los problemas de la decadencia global, nadie puede ser civilizado en una economía de guerra, es la ley de jungla, sálvese quien pueda. Perderemos nuestra humanidad y el homo bellum se apropiará de nuestro ser y determinará cómo ver las cosas. Apaciguar el espíritu del homo bellum, es una misión imposible, ¿es necesario que esto ocurra? No lo creo, existe un plan perverso para incitar y configurar un escenario global, con una agenda 2030 muy bien establecida. Nadie nos rescatara en las horas de mayor peligro, el reloj marca casi la media noche. La chispa puede encenderse en medio oriente, en los Balcanes o en el continente americano, en cualquier parte, lo cierto es que nada volverá a ser como antes.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.