Fabian Freire
Lo que antes eran meras sospechas, hoy son certezas, en 2020 sufrimos un fraude electoral grotesco. Todo el proceso llevado a cabo para esas elecciones fue muy cuestionable y se tradujo en el triunfo de Luis Arce, alguien que es la antítesis del carisma. Los bolivianos nos “fiamos” de que el TSE haría bien su trabajo, dado que ya no estaba bajo el poder del MAS, pero al final vemos que fue todo lo contrario y que el proceso electoral ha sido bastante irregular.
Para comenzar, el TSE perdonó al Movimiento al Socialismo sus múltiples delitos electorales y le permitió participar en las elecciones de 2020, a pesar de que lo correcto habría sido “quitarles” su sigla. El objetivo de esto era evitar convulsiones, pero lo que se debía hacer era castigar al MAS por sus delitos electorales, tal como lo dicta la ley. No puede haber condonaciones y favoritismos solo por “posibles convulsiones”. Esto es otra prueba más de que la ley y el orden no se aplican en nuestro país.
Lo peor se vio el día de las elecciones, primero “quitaron” el sistema de conteo rápido, lo que causó que encuestadoras dudosas “lanzaran” los resultados preliminares. Si no es el sistema oficial del TSE, no podemos dar por verídicos estos resultados, mucho menos sacar conclusiones precipitadas, como lo hizo el servil Carlos Mesa y su gente. Como si fuera poco, el TSE se tomó casi dos semanas para dar los resultados oficiales, lo que muestra su falta de compromiso. Esto debió realizarse lo más rápido posible, para ofrecer transparencia y seguridad a los bolivianos, no tardar de manera excesiva, sin excusa alguna. Es un proceso polémico que tiene toda la pinta de haber sido un fraude. Es curioso que el proceso haya sido cuestionado en sus etapas previas por todos los líderes políticos del momento, salvo por la gente del MAS, que siempre lo respaldó.
Lo más perturbador es que el padrón electoral no se saneó. Aceptamos ir a elecciones con el mismo padrón del fraude de 2019, poniéndonos en una situación de vulnerabilidad extrema. El TSE de la presente gestión afirma que se usará el mismo padrón electoral, lo que debe ser una “alerta roja” para todos los bolivianos; el peligro de fraude electoral está más latente que nunca.
El TSE de esta gestión está actuando igual que el anterior y ya se ha visto múltiples irregularidades. Muchas organizaciones políticas nuevas están siendo obstaculizadas y perjudicadas en la obtención de sus “siglas”. Por si fuera poco, el MAS sigue siendo intocable y le siguen perdonando sus irregularidades electorales. El más reciente caso es la resolución del TSE en contra del histórico partido Falange Socialista Boliviana para la “recuperación” de su sigla y personería jurídica. Falange sufrió un asalto de su sigla electoral a finales del pasado siglo por un señor llamado David Añez Pedraza, quien pasó a cambiar el nombre a dicho partido, llamándolo MAS-U, Movimiento al Socialismo Unzagüista. Éste se convertiría en el “Movimiento al Socialismo”, lo que hoy es el MAS. No por nada Añez Pedraza es considerado el padre del masismo: un hombre servil al socialismo, quien traicionó a su partido y creó una de las pestes más grandes del Siglo XXI, todo esto bajo la influencia del Partido Socialista 1.
Falange encontró evidencia de sobra para probar el asalto a su personería jurídica, lo que en un país con ley se traduciría en la recuperación de su sigla y el fin del MAS. Sin embargo, el TSE, con sus mañas, no aplicó lo que corresponde y, con fundamentos pobres, dictó que Falange no puede recuperar lo que por ley es suyo, otro beneficio ilegal e inexplicable más para el masismo.
El fraude está a la vista. No debemos permitirlo. Debemos organizarnos como lo hicieron en Venezuela. El TSE ha mostrado todo, menos transparencia y seriedad, por lo que nuestro deber es tenerlo “bien vigilado” y evitar que la soberanía de los bolivianos sea vulnerada.