Clovis Díaz de Oropeza F.
Se ha escrito sobre temas históricos y se ha dado opiniones sobre la Colonia y muy poco respecto a la otra cara que nos ata, por siempre a España: la herencia española que circula en nuestra sangre.
Llevamos a España en nuestras venas, en nuestras costumbres y en nuestra manera de ver el Universo. América Latina, habla y escribe español, idioma que, en Bolivia, es reconocido como lengua madre.
Los idiomas nativos, para sobrevivir, han tomado términos, giros y la extensa gama de dichos del gran idioma que nos une.
Millones de personas en nuestro continente y fuera de él usan el español, cuyas antiquísimas huellas, nos llegan desde el Siglo XVI, cuando España fue el gigantesco imperio que, por su extensión, no conocía las puestas del astro sol.
Nos comportamos a lo largo de nuestra vida, usando la herencia española que fluye por nuestras venas, como natural: hablamos el idioma del Ilustrísimo Cervantes y nuestras creencias están íntimamente relacionadas con esta Historia desde muy antaño, cuando la honra se lavaba con una espada toledana.
Citemos la fundación de misiones jesuíticas, en el antiguo Moxos y Chiquitos, valioso testimonio del coraje y fe de aquellos sacerdotes que exponían su vida en nombre de Cristo.
Otro acápite constituye el uso del caballo, traído por los aguerridos fundadores de pueblos, en el Siglo XVI, tema importante que hasta hoy, nos lleva a las huestes españolas.
Si vamos al Sur de Bolivia, encontraremos cientos de jinetes que, por ejemplo, en la Fiesta de Reyes, en Tupiza, Potosí, cabalgan con el estilo español.
España circula en nuestras venas, en nuestra mente y en nuestra personalidad. Basta citar que, en muchos pueblos bolivianos, aún se atrincheran las facciones políticas, cuyas rivalidades, ocasionalmente, son a muerte.
Ellas conservan las huellas de vicuñas y vascongados, grupos que, saldaban creencias a punta y filo de sable y espada.
Estas líneas, insisten en la herencia de España entre todos nosotros los latinoamericanos, como parte indisoluble de nuestra Historia y de nuestra actual visión del mundo.
Aunque no todos comulguemos con esta realidad, ella existe y es la otra cara de la Colonia.
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