Álvaro Riveros Tejada
Desde el día en que los bolivianos nos hicimos embaucar con esa estúpida ficción del cambio de República por un Estado Plurinacional Folclórico Multilingüe y demás apelativos rimbombantes, como inútiles, tuvo inicio esta fatídica época de fraude y sumisión a la tragedia en la que se viene debatiendo nuestra patria.
La ruina se inició hace dieciocho años, cuando Bolivia fue adscrita al Foro de Sao Paulo, esa sociedad transnacional del crimen organizado y gestora de las más grandes calamidades que asuelan hoy al continente latinoamericano. En especial, en el área de la economía, como fue el caso de la Argentina y Venezuela.
Fue a partir de ese aciago instante, cuando el régimen masista inició su sumisa dependencia de la citada organización supranacional, aplicando fielmente todo lo prescrito en su libreto de gobierno como: el cambio de la Constitución Política del Estado, en las instalaciones de un cuartel donde, ante la abulia de todo un pueblo se consumó la abolición de la República y se parió ese engendro de más de una treintena de naciones, de las cuales, salvo una decena, no se conoce su idioma, su cultura, sus costumbres y ni siquiera existen para sus afiebrados inventores. Tal es el caso del expresidente y émulo del Dr. Frankenstein, que no habla ni su propia lengua.
Ahora bien, es innegable la gran habilidad que manifiestan los pluri nacionalistas a tiempo de improvisar el atuendo de las naciones que suponen representar, algo que infiere una absoluta carencia de imaginación artística, que los hace salir de lo común, para ingresar en lo ridículo. Asimismo, ello demuestra la existencia de un enorme Departamento de Utilería en la “Casa del Pueblo”, muy superior al de un circo. En fin, un modo de prestidigitación dirigido a mantener aletargado y sumiso al pueblo.
En resumen, no hay un solo día en el que no sepamos de una nueva engañifa, de un nuevo embuste o de una nueva trampa por la cual debamos transitar para seguir soportando esta entramada ilógica de la mediocridad. Es el caso del famoso referéndum, rechazado hasta por sus cómplices del Tribunal Constitucional, que aducen que sus socios del Tribunal Supremo Electoral “no emitieron un informe técnico sobre el caso debiendo devolverse antecedentes para los fines del caso”.
Una maravillosa forma de dilatar los artificios de permanencia en sus pegas, así como la de sus quedadizos mandantes.
Curiosamente, al tan mentado referéndum, rechazado por ellos mismos, se sumaron los resultados de un Censo de Población y Vivienda, más manipulados que nuestras reservas internacionales, lo que devino en las violentas marchas de los aguerridos “ponchos rojos” que, al igual que las huestes hitlerianas de los años treinta, pero un poco más bronceadas, irrumpieron en nuestra ciudad protestando por la falta de dólares y por el alza indiscriminada del costo de vida. Ahora bien, lo difícil fue distinguir si éstos eran obedientes a Evo o simplemente se trató de empleados públicos, pésimamente disfrazados.
Sobre el particular, de haber querido obrar limpiamente, quizás habrían tratado de manipular más decentemente las preguntas del referéndum e, igualmente, los resultados del censo, donde nada les habría impedido introducir una inocente, pero patriótica pregunta: ¿Acullica Ud. coca? Para saber si las actuales 35 mil hectáreas existentes son válidas o muy excesivas para el consumo tradicional, u otra que diga: “si los bolivianos apoyamos o no la dictadura de Maduro”, para no meter las patas. En fin, simples sugerencias para disimular la caída de engaño tras engaño.