Fabian Freire
Después de la paliza que Donald Trump le dio a Joe Biden en el primer debate presidencial, la cúpula de poder demócrata y los medios de comunicación tenían claro que Biden debía “dar un paso al costado”. Este proceso se aceleró con el atentado fallido a Trump, hecho que disparó la popularidad del expresidente y que le garantiza su victoria en las próximas elecciones.
Los demócratas por primera vez en mucho tiempo están frente a elecciones “imposibles” de ganar, algo que no pasaba desde la era del presidente Ronald Reagan. La gran gestión de Reagan y un atentado en su contra dispararon su popularidad, ganando las elecciones de 1984 de manera aplastante. Es un panorama muy parecido al actual, Trump es el claro favorito y se espera que obtenga una victoria contundente. Ni siquiera las cúpulas de poder tradicionales, el polémico sistema electoral americano o los medios de comunicación demócratas como CNN, se atreven a ocultar la clara ventaja de Trump.
Debido a lo fragmentada que está la política estadounidense hoy, muchos demócratas no pierden la esperanza de derrotar a Trump. Para lograr esto el primer paso era “retirar” a Joe Biden y poner a un candidato nuevo. Si los cálculos se cumplen, la candidata demócrata será la actual vicepresidenta Kamala Harris, una elección nefasta. Lo único que se puede rescatar de Harris es su poca seriedad y su risa endemoniada. Harris es alguien poco comprometida con su país, pues siendo la mano derecha de Biden, dejó que éste hiciera “ridiculez tras ridiculez” y le ocultó al mundo el estado senil del actual presidente.
La demencia de Biden no es algo nuevo, viene sucediendo desde el inicio de su gestión. Es con su desastrosa participación en el debate presidencial que todos han podido darse cuenta y los medios demócratas no han podido seguir ocultando su deteriorado estado. Desde caídas hasta no poder pronunciar frases y pasando por desorientarse en múltiples eventos, la situación del actual presidente es penosa y no se lo debió dejar gobernar por tanto tiempo.
Con toda la cúpula de poder demócrata preocupada, se decidió que Biden no podía seguir siendo el candidato que afronte a Trump. Algo que debe quedar claro es que Biden no renunció por cuenta propia, lo hicieron renunciar, lo presionaron a un grado tan intenso que no le quedó otra que dar un paso al costado.
Me explico, si Biden realmente cree que está tan mal de salud, en primer lugar, no se habría repostulado. De igual forma, los demócratas no lo hubieran elegido “unánimemente” para ser su candidato nuevamente, nadie en el partido se opuso a Biden, solo Robert Kennedy Jr., quien decepcionado decidió abandonar el partido. Esto último es inexplicable, pese a ser polémico es un Kennedy, lo que le da un “misticismo” dentro de la política americana, sumado a que pertenece a una de las familias más poderosas de Estados Unidos. Hubiera sido el candidato idóneo para enfrentar a Trump.
Biden fue presionado para abandonar la carrera presidencial, tanto política como económicamente, pronto las principales cúpulas de poder demócratas y los medios de comunicación lo “tacharon” de incapaz y senil, cuando durante tres años y medio defendieron su deteriorado estado de salud. Sin ir lejos, CNN, una cadena demócrata avaló todas las acciones del presidente Biden durante toda su gestión, después del primer debate. Todo el discurso de CNN pasó por meter presión a Biden y mostrarlo como alguien incapaz.
Biden no tuvo amor a su país, de ser así ni siquiera se hubiera postulado, sabiendo mejor que nadie, su deteriorado estado mental. Lo que hubo fue presión demócrata, los principales donantes amenazaron con no dar sus “beneficiosos aportes” y las cúpulas de poder, como los Obama o Clinton, empezaron movilizar a su gente para presionar hasta la “renuncia”. Joe fue dejado solo a su suerte, un presidente patético.