Manfredo Kempff Suárez
El domingo pasado, las veces que encendí la televisión me encontré, en casi todos los canales nacionales, con pedreas, dinamitazos, cohetazos, puñetes y patadas, en la ciudad de El Alto. Nadie podía saber quiénes peleaban contra quiénes, porque todos eran iguales, vestían igual, gritaban igual, tanto los varones como las cholas. Era solo el entremés del plato fuerte que debía realizarse en los días siguientes, cuando la marcha encabezada por Evo Morales entrara en la ciudad de La Paz para pedirle cuentas al presidente Arce, odioso traidor, según su mentor, el incorregible Evo. Al final, aparentemente, nada trascendental sucedió, salvo un ultimátum procaz que Morales le hizo llegar al presidente Arce.
Sin embargo, siendo la fiesta cívica cruceña, para levantar el ánimo, me fui a la Feria Exposición invitado por mis amigos Mario Anglarill Serrate (Cabaña El Trébol) y Luis Saavedra Bruno (Hacienda Nelorí) a un gran remate de ganado nelore, del nelore boliviano, que resultó un bálsamo en estos momentos de angustia que se viven en Santa Cruz. Aunque mientras se combate el infierno dantesco que devora millones de hectáreas, y ahoga con el humo, principalmente a la Chiquitania, los cruceños no se detienen; se dan tiempo para luchar contra el fuego, pero sin bajar los brazos en sus faenas diarias de producción.
El remate de ganado nelore, denominado Dúo de Estrellas, hacía que los 700 asistentes, se trasladaran por unas horas a una nación civilizada, del primer mundo, donde se movían muchos millones de dólares en la compra de magníficos animales, siempre con el afán de continuar mejorando la genética de hermosas reses que se encuentran en el nivel de las naciones más avanzadas en la materia. En el Salón Chiquitano de la Feria no cabía una persona más, todo magníficamente atendido y hasta con servicio para paladares exigentes.
El 24 de septiembre, fecha emblemática cruceña, donde se honra a Warnes, Mercado y demás héroes anteriores a la insurgencia independentista, se festeja con entusiasmo, no solo porque Santa Cruz, desde hace años, se ha convertido en el departamento económicamente más importante del país, sino porque su peso político es cada vez más creciente, al extremo que no existe candidato que pueda vencer en una elección presidencial sin el respaldo cruceño. Si es así, si somos preponderantes en la economía y la política, si somos quienes tenemos mayor población, no existe motivo para que seamos segundones en nada.
Ha llegado el momento, que, ante los pésimos gobiernos de Morales y su sucesor Arce, hostiles con el oriente, asaltantes de tierras y bienes, de un centralismo estafador e inepto, retornemos al cruceñismo unido de antaño, que responda a una firme determinación regional y que asuma democráticamente el poder. Eso requiere trabajo, reconciliación y valor. Con seguridad que un candidato cruceño convincente tendrá un gran apoyo en el resto del país ajeno al aimara-centrismo, cansado ya de 20 años de corrupción, despilfarro, simbolismos absurdos y odio racial que ha impuesto el MAS.
Parece que en Santa Cruz no tuviéramos memoria. Dicen y decimos que es una pérdida de tiempo pensar que un cruceño se imponga en una elección presidencial. Por si nos falla la memoria, el general Banzer, cruceñazo, ya en el proceso democrático, ganó en dos elecciones en 1985 y en 1997. Y ganó en La Paz, en Cochabamba varias veces, y en el resto de los departamentos andinos. Ganó conformando un partido nacional y con su presencia amistosa y seria en cada región de Bolivia. ¿No hay quién pueda repetir la misma hazaña? En 2030 llegará al poder el mejor cruceño, de lo que no me cabe duda.