Fabian Freire
Desde que se presentó en las elecciones presidenciales del año 2016, he sido un seguidor y defensor de Donald Trump, líder que por mucho tiempo ha sido “satanizado” por los medios de comunicación tradicionales. Después del fallido atentado en su contra el pasado sábado 13 de julio del presente año, las cosas están empezando a cambiar, ahora Trump es visto como un “luchador” por su país, lo cual siempre fue.
El recorrido de Trump es realmente toda una odisea y es más que notable cómo sigue de pie frente a todos los obstáculos que se le presentaron. Su “viaje” empezó en 2016, cuando por polémicas declaraciones “todo el mundo latino” se le vino en contra; es oportuno destacar que Trump no dijo alguna mentira. La mayoría de los inmigrantes ilegales son un problema para los Estados Unidos, las formas no fueron las indicadas, pero no mintió. Los ilegales son sinónimo de delincuencia y caos. Esto también se puede probar en Europa, donde las migraciones de África o Magreb están causando serios problemas. No es novedad que la inmigración ilegal es sinónimo de caos y delincuencia, por otra parte, la inmigración legal siempre es un plus para un país, pues es generalmente gente preparada que aporta positivamente en su nueva “residencia”; no por nada los latinos que residen legalmente apoyaron fuertemente a Trump.
En 2016, Trump se enfrentó a una de las “mimadas” del sistema estadounidense, como lo es Hillary Clinton, pero también se enfrentó al rechazo masivo de celebridades, medios de comunicación y al mismo sistema electoral. Una de las cosas que más me gustaron de esta elección fue la forma en la que Trump le dijo en la cara a Hillary la clase de “monstruo” que es, una corrupta causante de miles de muertes en Oriente Medio. Con todo en su contra, Trump logró imponerse.
Su presidencia fue excepcional. Ha sido un político totalmente renovador para el sistema americano, y obtuvo grandes resultados también. Trump logró reavivar el patriotismo americano e impulsar a su industria, además de poner un alto “parcial” al ascenso descomunal de China. También fue un gran diplomático, capaz de contribuir a la estabilidad global y reunirse con múltiples líderes mundiales de diferentes corrientes; redujo el desempleo, impulsó la economía de su país y a sus compatriotas les devolvió la seguridad.
A través de su gestión enfrentó todo tipo de ataques del mismo sistema de poder americano, por ejemplo, juicios políticos o elecciones presidenciales escandalosas. Trump perdió la elección del año 2020 no porque la gente no lo quisiera, sino por el voto por correspondencia. Trump le ganó a Joe Biden en las urnas, pero fue con el voto por correspondencia que “terminó perdiendo”. Imagine que en Bolivia se vote por correo y que esto decida una elección, sin duda habría manifestaciones masivas.
Con todo en contra, Trump se repuso y logró hacerse con la nominación republicana, con todo en contra, sabiendo las múltiples artimañas que le ha jugado el poder judicial americano. Los reformistas y visionarios siempre serán perseguidos por el orden tradicional.
Hoy Trump está más fuerte que nunca, ha logrado hacerse con el partido republicano, poniendo el nacionalismo y el proteccionismo como uno de los valores fundamentales del partido. La corriente trumpista es totalmente dominante entre los republicanos, algo muy pocas veces visto, que muestra la clase de líder que es Trump. Después de sobrevivir al atroz atentado en su contra, es imposible que no sea electo y, por si fuera poco, como todo buen político ha sabido sacar provecho del momento, “creando” la foto de la década.
Para los que creen que Trump es una amenaza a la democracia, les responderé con el refrán de su “canción” electoral del 2016, “tal vez no es lo que quieran, pero si lo que necesitan”.