Severo Cruz Selaez
El poder no solo corrompe, sino destruye. La desmedida ambición fue detonante para que muchos partidos, de tendencias encontradas, se hayan disgregado. Algunos, inclusive, mayoritarios. Fue el escenario político de siempre, marcado por el divisionismo. Pocos se salvaron de ese fenómeno que provocaría el fraccionamiento partidario. Era épocas cuando eran comprados y vendidos políticos, a cambio de algunas monedas o cargos públicos, para tratar de evitar el desmoronamiento inminente. Habían perdido el honor, la dignidad y la ética, quienes incurrieron en tales arreglos. La posteridad los calificó de oportunistas y vividores. Y no eran unos cuantos.
En ese marco, se realizó en 1960 la XIII Convención Nacional del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), fraccionado, en esa coyuntura, en cuatro grupos. El evento estuvo destinado a renovar sus comandos, elegir la fórmula presidencial y determinar el programa de gobierno para el próximo periodo. Temas que serían debatidos luego del balance autocritico, de los logros alcanzados, de los fracasos y frustraciones.
“Cada grupo, creyendo poseer la verdad y la clave de las soluciones adecuadas para los problemas bolivianos, irrumpe violentamente, no para que se le oiga, sino para imponer su voluntad” (1), ante la magna asamblea. Los sectores que promovían la división estuvieron identificados como: los partidarios de Paz Estenssoro, del presidente Siles Zuazo, de Lechín Oquendo y Guevara Arce. La división había corroído el tronco matriz del partido, que lideró la revolución de 1952. Los involucrados en el hecho se rsistieron a asumir la unidad, y buscaron, el camino de la discordia, que provocaría el descalabro partidario.
Pese a todo ello fue elegida la fórmula presidencial, Paz Estenssoro para presidente y Lechín Oquendo para vicepresidente. “No obstante, que este último tiene fuerte resistencia dentro de la gran masa del partido, pero en sus manos están los controles obreros que reaccionan todavía en forma personalista” (2), se dijo. Un comando unificado, bajo la suprema dirección de Paz Estenssoro, se haría cargo de la conducción partidaria. Buscaría afianzar la estabilidad institucional y la prosecución del esfuerzo revolucionario con la participación de todos.
El programa de gobierno aprobado, en la XIII Convención, hace hincapié en consolidar las conquistas logradas. En ese contexto menciona también la mecanización agrícola, la continuación de los repartos de tierra y los asentamientos campesinos para que el iniciado crecimiento de la producción en el campo compense el déficit alimentario. Extensión y afianzamiento de la empresa estatal de petróleos. Capitalización de las empresas mineras para permitir la renovación de sus equipos, la modernización de la producción y el establecimiento de plantas para tratar en Bolivia los minerales exportados en bruto. Extensión de la escuela campesina, de la educación técnica, de la asistencia médica y hospitalaria, etc.
El MNR no ha logrado recuperar su monolítica unidad. Se fraccionó en diversos grupos, que le hicieron perder fuerza e identidad. Hoy solamente existe la sigla.
En suma: he ahí el desastre que acabó con aquel partido.
NOTAS
(1) “Política”, No. 7. Editorial Cordillera, C.A., Caracas – Venezuela, marzo 1960. Pág. 65.
(2) Ídem, pág. 66.