Fabian Freire
Evo Morales y todos sus adeptos están decididos a poner en jaque al nefasto gobierno de Luis Arce. Me queda claro que la “marcha para salvar Bolivia”, si se considera un “éxito”, podría significar el fin de un gobierno que hoy más que nunca está en la cuerda floja. La crisis económica, las trabas legislativas, los polémicos resultados del Censo y los incendios han puesto al gobierno en una situación crítica.
Voy a ser directo: no me interesa lo que manejan los arcistas y los serviles de CC respecto a la constitucionalidad y el respeto a los términos establecidos de un mandato. Si este gobierno nada hace para combatir la crisis económica y sacar a Bolivia de la miseria, debe irse; es así de simple. No se trata de respetar un mandato, se trata de combatir la terrible crisis económica para proteger la integridad de los bolivianos.
Las manifestaciones y protestas son derechos, pero lo que Evo quiere hacer no parece ser una simple marcha pacífica. Tiene toda la intención de terminar el mandato de Luis Arce, y no de manera pacífica. Sin duda, esta lucha de poder definirá tanto el futuro del gobierno de Arce como la candidatura del MAS; hay mucho en juego.
En un enfrentamiento dentro de un partido, el que gana generalmente es quien tiene el aparato estatal de su lado. Por ejemplo, Adolf Hitler terminó con las aspiraciones de Ernst Röhm y las SA de manera rápida y contundente, gracias a su rol como canciller de Alemania, al igual que hizo Stalin con Trotsky, aprovechando su puesto de secretario general. Para contrarrestar esta tendencia, se necesita ser realmente excepcional, como Julio César al derrotar a Pompeyo y al corrupto Senado romano.
En el caso de Bolivia, Arce ostenta el poder y Evo es el “retador”; sin embargo, parece que el expresidente tiene todas las de ganar. Recientemente, Arce dio un discurso pidiéndole a Evo que dejara de buscar enfrentamientos e incluso dijo que haría lo necesario para evitar que el “pueblo boliviano sufra” la ira del líder cocalero. Este discurso fue patético. Arce, en lugar de causar temor o respeto, no hizo más que dar vergüenza ajena. Se vio a un presidente débil y derrotado, tan afectado por las acciones de Evo que debe dar un discurso televisado para demostrar al pueblo que “tiene agallas”. Ese discurso fue seguido por declaraciones de Evo, afirmando que querían reprimir su marcha, buscando retratar al gobierno de Arce como autoritario y alertar a la población sobre una posible represión.
Las acciones de Evo y sus partidarios son, sin duda, anticonstitucionales. Se han filtrado videos de ponchos rojos armados y listos para “pelear”. Me pregunto: ¿no es eso un alzamiento armado?
Concuerdo con que Evo solo busca enfrentamientos; siempre ha buscado dividir al país. Los métodos que utilizará, como todo izquierdista, serán violentos y traerán caos a Bolivia. Conociendo las acciones de estos grupos de choque manejados por Evo, y la ley, está claro que estamos ante un alzamiento y sedición que puede afectar los derechos fundamentales de los bolivianos, sobre todo de los paceños. Está en juego nuestra integridad y salud.
Arce y su gobierno tienen fundamentos jurídicos de sobra para actuar y terminar con estos actos de terrorismo. Presidente, por una vez, muestre que tiene carácter. Termine con la rebelión de Evo, que nos afectará a todos, y proteja al pueblo. Ponga la ley primero y, de una vez por todas, hágase respetar. Acabe con las aspiraciones de Evo. No solo ganará cierto respeto por parte de los bolivianos, sino que también se asegurará su rol como nuevo “caudillo” del MAS. Este es su momento definitivo para actuar; tiene al Estado y una oportunidad única para hacerlo. Muestre que está a la altura del cargo. Tiene en sus manos la oportunidad definitiva para ganar la guerra interna y adueñarse del MAS; no puede desaprovechar esta situación.