Una clase política decadente no quiere soltar el poder y se defiende contra una regeneración política, de nuevos liderazgos invisibles, que aspiran a sustituirla. La mayoría de la población boliviana, impotente y desorganizada, clama por un cambio en el sistema político boliviano. El poder político en esta coyuntura ya no produce riqueza, por más que se hagan acuerdos comerciales con Brasil y nuestro país sea un miembro pleno del Mercosur. La escasez y la crisis económica que estamos viviendo no reproducirá poder para nadie, la corrupción gubernamental del MAS en su vertiente arcista, la omnipotencia del narcotráfico en su ala evista, la plutocracia de los partidos políticos, la clase política con tendencia a volverse hereditaria, son las causantes de que el sistema político boliviano se encuentre en la peor crisis. Para el MAS, la utilización del terror es inevitable para permanecer en el poder.
El miércoles 10 de julio, entre tomatazos, acusaciones y medición de fuerzas políticas, la degradación de la política en democracia no podía reflejar mejor escenario. Con el paso del tiempo, el MAS y los partidos políticos tradicionales se volvieron una fuerza conservadora. Son los partidos políticos de siempre, cuyos miembros y familias están acostumbrados a mantener sus privilegios, dentro un sistema político corrupto y decadente. Tienen la convicción de que para ellos es casi un derecho absoluto estar arriba y gobernar. Esta reflexión va para los 11 líderes de los partidos políticos vigentes, porque el “Encuentro Multipartidario Interinstitucional por la Democracia”, más representantes de las cámaras de diputados y senadores y representantes de las alianzas con participación en el Legislativo, más que una cumbre política seria y responsable, parecía una juntucha política circense. Estos partidos políticos tradicionales perdieron la fórmula del poder. Ya a nadie convencen, ya no seducen con su mensaje político. No hay un candidato serio y real de oposición, todo es un montaje.
Este país enfermo está próximo a sufrir graves perturbaciones políticas, la clase dirigente política se ha degenerado, ha perdido la aptitud para atender asuntos propios. Miren nomás al instrumento político, donde hasta ahora por capricho, rencor y ambición de poder de sus líderes, terminarán por darse ellos mismos la estocada final. La sociedad boliviana está abandonada y tiene la desgracia de ser guiada por estos 11 líderes de partidos políticos tradicionales, que huelen más a cadáver, que a líderes con ideas nuevas y transparentes. Este régimen político se desplomará, los que gobiernan hoy, no saben afrontar ni la más mínima tempestad, porque los problemas en Bolivia se convertirán en cataclismos sociales. Son malos y perversos, solo piensan en sus intereses personales y en cómo sacar la máxima ventaja de la situación, son camaleones políticos. Todos son caraduras.
Bolivia experimenta una degeneración moral, la dictadura se volvió una costumbre, que se volvió a la larga una enfermedad. Mientras la población boliviana está presa de la ansiedad y la falta de expectativas inmediatas, ellos están en plena juntucha política, con el objetivo de dar apariencia democrática a un régimen electoral nulo y viciado de pleno derecho. Su declaración por la democracia, más parece una declaración de incapacidad política y de no reconocimiento de la crisis política que está atravesando el país. El papel lo aguanta todo, peor si es firmado por representantes de los partidos políticos que han perdido la confianza y la credibilidad de todos los bolivianos. Todos se muestran de acuerdo para mantener el sistema podrido y corrupto.
Señalan que quieren un proceso electoral con integridad, seguridad, transparencia y competitividad, con amplia participación ciudadana, cuando ellos mismos son los que, amparados en el poder y el control de los órganos del Estado, han propiciado y han sido los promotores del mega fraude electoral de 2019 y también han sido los cómplices de las elecciones amañadas de 2021. Además, aceptan la realización de elecciones generales en 2025 en los términos y plazos expuestos por el TSE. Es decir, los cadáveres políticos, de este sistema podrido y corrupto, que huele mal a kilómetros, nos dicen que se sienten cómodos y a gusto revolcándose en este fango de desperdicio. Todos ellos son cómplices de este régimen dictatorial, donde el fraudulento, el enemigo de la democracia llega a la cita con vítores y aplausos atronadores de sus acólitos sedientos de poder. Así muere la democracia. Esta cumbre debería llamarse “La Cumbre de la Corrupción Política”, con el objetivo de desestabilizar las bases de la democracia.
Con este régimen podrido, a la cabeza del MAS, no hay estabilidad ni cambio democrático, ellos lo destruyen todo a su paso, no puede nacer nada nuevo sobre un régimen estéril e inmaduro. Pero la crisis económica empujara a los ciudadanos a una situación desesperada. El masismo representa la paralización y el bloqueo de todo el país. El MAS y el exmandatario, hace tiempo han entrado en un proceso de creciente deterioro. Por el fraude electoral en las elecciones del 2025, el MAS se enfrentará a una oposición en las calles cada vez más decidida. Él nunca supo actuar a la altura de las circunstancias, la anormalidad democrática que sufre el país es por su culpa. La conjura del MAS para las próximas elecciones, solo puede ser aplastada con la fuerza invencible del pueblo en las calles y una estrategia de liberación inteligente. El proyecto político masista cada vez choca con una mayor oposición, más consciente y despierta. Confío en la tendencia histórica boliviana hacia la libertad, esto no es Cuba, ni Venezuela. El MAS, será derrotado en las urnas o en las calles. Bolivia quiere el retorno a formas más democráticas, nuevos liderazgos, nuevo proyecto de país y un nuevo estilo de gobernar.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.