Fabian Freire
Es común pensar que el conflicto en Medio Oriente entre Israel e Irán nada tiene que ver con nuestro país, pero debido a uno de los países involucrados, esto puede afectarnos considerablemente. La República Islámica de Irán es un fuerte aliado de Bolivia en la actualidad; esto ha sido propiciado por las gestiones diplomáticas del MAS. Con Luis Arce, las relaciones no han hecho más que estrecharse y podemos considerar que Irán está entre los principales aliados de Bolivia. Los temas fundamentales son el uranio y el adiestramiento militar.
En los últimos años, Irán ha ganado peso geopolítico. Lo peligroso de este país es que no es amigable; es por tradición hostil y se lleva mal con las potencias de la región. Irán fue ganando poder militar y político en gran parte por el “descuido” de Estados Unidos. El único que vio esta creciente amenaza fue el expresidente Donald Trump. Hablamos de un país que no es diplomático y es sumamente radical; a diferencia de Qatar o Arabia Saudita, no es rico, pero cuenta con poder militar como éstos. Es el “chico malo” de Medio Oriente y su islamismo radical está afectando cada vez más a la paz mundial; sin ir más lejos, son los principales financiadores de Hamás y causantes indirectos del conflicto judeo-palestino del último año.
Con Rusia y China en crecimiento, Irán ha encontrado “dos potencias” aliadas que puedan ser sus socios en la hora de enfrentarse a Estados Unidos. Esta situación y la miopía de los demócratas y Joe Biden han llevado a que hoy Irán esté más agresivo que nunca. Ahora imagínense que el “chico malo” de la región se enfrente al otro “chico malo”, a otro país hostil y letal en una guerra; esa es la situación con Israel.
Israel siempre ha sido el país más “aborrecido” de la región. Su presencia siempre ha sido rechazada por las naciones árabes y musulmanas. Esta actitud ha generado que Israel, con el pasar de los años, se convierta en una potencia militar y letal en la hora de resolver conflictos. Después de guerras y conflictos regionales, Israel empezó a ganar reconocimiento de los países vecinos y “respeto”; esto se tradujo en que muchos países árabes se convirtieran en sus aliados e incluso se esté por firmar un pacto con Arabia Saudita, algo que hubiera sido histórico y hubiera terminado con las ambiciones iraníes.
Todo este progreso se ha visto detenido por el conflicto con Hamás, conflicto que ha llegado a su límite en recientes semanas. Una vez más, la potencia militar y los servicios de inteligencia de Israel han probado ser sumamente letales, “liquidando” al líder de Hamás y a otros “líderes” islamistas. Esto último ha causado la ira de Irán, que ya había atacado con drones a Israel hace un par de meses; ataque que fue un fracaso absoluto, pero del cual los israelitas juraron tomar represalias. Ya lo hicieron y de qué manera.
El conflicto es inminente y el temor a una escalada bélica es tal, que hasta las bolsas mundiales se han visto afectadas. Como dije, Bolivia es un fuerte aliado de Irán; esto podría llevar a que exteriormente, en una futura guerra, abandonemos la neutralidad y demos pleno respaldo a Irán. Esto no significa entrar en guerra, pero significa tomar un bando en términos de geopolítica, algo que a largo plazo puede ser perjudicial.
Bolivia debe contar con una imagen democrática y positiva para el resto del mundo. Por ejemplo, con el tema venezolano, somos uno de los pocos que apoyan al régimen de Nicolás Maduro; esto hace que nuestros vecinos y el mundo nos vean mal. Una guerra es algo aún más delicado y tomar una postura a favor de un país puede costarnos caro; peor aún por Irán. No estamos en condiciones de “llevarnos mal” con otros países. Mi consejo es no tomar postura en el próximo conflicto, así como con lo acontecido con Rusia y Ucrania; el único acierto del presente gobierno.