El cocalero Morales ha logrado que sus seguidores bloqueen carreteras de Cochabamba en cuatro lugares, que es todo lo que abarca su influencia en el país, pero la consulesa en Arica ha logrado un quinto bloqueo, en Quiborax, en territorio chileno.
Unos 200 camiones bolivianos han sido frenados en ese lugar, a 100 kilómetros de Arica, porque así lo ha decidido la señora Geovanna Rodríguez Arteaga, que todos los meses recibe sus honorarios de la Cancillería boliviana, aunque, como seguidora del cocalero, en sus horas libres, que son todas, se dedica a perjudicar a Bolivia.
El perjuicio que causa este bloqueo es casi similar al que causan los cuatro bloqueos de Cochabamba, porque frena actividades comerciales vitales para el país, consistentes en impedir que cargas de salida y de llegada estén en horario donde deben estar.
La demora, en estos casos, es muy costosa, porque supone el pago a barcos que debían descargar o recibir cargas en horarios precisos, lo que se define en tribunales internacionales.
Todo eso muestra que el país está, en realidad, asediado por una fuerza internacional, como la que puede movilizar una potencia extranjera que se hubiera propuesto acabar con Bolivia, con propósitos que no conocemos.
Quizá se trate del plan dirigido a destruir el país a fin de que los vecinos se distribuyan su territorio de manera “amigable”, como sugirió un político chileno hace veinte años, cuando el país estuvo amenazado por una conspiración que terminó por derrocar al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Los agentes locales se ocupan de llevar al precipicio a Bolivia porque tienen un interés específico, que es ampliar los cultivos de coca hasta llevarlos muy cerca de la frontera sur con Brasil, el país que más consume y más reexporta la droga boliviana al resto del mundo.
En efecto, mientras la consulesa en Arica organiza el bloqueo en Quiborax, los agentes locales siguen incendiando los bosques en el corredor que comprende el territorio que separa Chapare de Corumbá.
Guarayos y la Chiquitania están en la mira de este plan, como se demuestra por los asaltos a las tierras privadas y el avance sobre los parques nacionales.
Hace pocos días fueron detenidos dos agentes de esta organización que habían logrado destruir enormes bosques en la Chiquitania, incluso cuando el país está recibiendo ayuda internacional y llegan bomberos de países amigos para combatir los incendios.
Esto es, por lo tanto, un casus belli que Bolivia tendría que denunciar ante el resto del mundo, porque se trata de una fuerza poderosa que ha decidido acabar con el país.
Siglo21bolivia.com