Álvaro Riveros Tejada
Después de 18 años de bonanza, despilfarro y corrupción, bajo el populismo de un régimen similar al de la de la Unidad Democrática Popular, ese esperpento político de corte comunistoide que gobernó Bolivia en la década de los setenta, cuando el pan era de batalla, porque había que librar una verdadera batalla para conseguirlo. La diferencia con el régimen actual consiste en que éste llegó al poder con la inmensa ventaja de suceder a gobiernos “derechistas”, que tuvieron el cuidado de dejar al país con orden, paz y trabajo y los recursos naturales, como el petróleo, el gas y minerales suficientes para subvenir ese monumental derroche.
Sin embargo, como si de una vocación sadomasoquista se tratara, pareciera que los bolivianos anhelamos con voluptuosidad e insana melancolía volver a esas épocas. sin siquiera alarmarnos por el curso que están tomando los hechos y, con mayor razón, cuando el propio presidente acude en nuestra ayuda mediante un curioso referéndum, para que le indiquemos las medidas ejecutivas a tomar, las cuales justamente son propias del cargo para el que fue elegido.
Ahora bien, entre las ampulosas preguntas del referéndum presidencial existen intenciones políticas, inmejorablemente manipuladas por un Limaquiavelismo, dirigidas a que el pueblo premie su penosa gestión, respondiendo con un simple NO o con un SÍ a sus ocultos anhelos. Es el caso de la pregunta Nº 1, en la que se refiere a la reelección de Evo Morales. De ganar el NO, ya no sería necesaria una reforma constitucional, pues se ratificaría que un presidente solo puede gobernar dos veces, fallo que, a su vez, impediría que su ex jefazo vuelva a candidatear en el futuro. Asimismo, de ganar el Sí, sería necesaria una reforma constitucional ulterior para que un presidente pueda postular más de dos veces. De una u otra forma, Morales estaría condenado a dedicarse únicamente, a sus tantas veces anheladas labores de gastrónomo; piscicultor o agroquímico.
En lo relacionado a las preguntas 2 y 3 del referéndum, que tratan de la famosa subvención a los hidrocarburos, medida impuesta y sostenida por el mismo Luis Arce, en su calidad de Ministro de Economía durante 14 años, y ahora promotor del referéndum, sólo podemos inferir que él ya conocía la catástrofe económica que su suspensión ocasionaría y, por lo tanto, mantenerla, a más de mantener el poder y la pega, ocasionaría la liquidación de nuestras reservas monetarias; la desaparición del oro del Banco Central y un colapso económico similar a la UDP.
En tan difícil disyuntiva, qué mejor que delegar en el pueblo la responsabilidad de su reparación mediante una consulta, que a su vez lo libere de todo cargo. De hecho, la confirmación a este señalamiento está contenida en el mismo tenor de la abstrusa pregunta: “¿Está usted de acuerdo con mantener la subvención a la gasolina especial, como actualmente se encuentra, pese al gran costo económico que significa para las bolivianas y bolivianos, y que al tener un precio mucho más bajo que el internacional genera contrabando, daño económico al Estado, escasez de dólares y desabastecimiento de combustibles? / Respuesta: SÍ – NO”.
Para finalizar, recordamos el cuento del enderezador de jorobas chino, que se estableció en un recóndito pueblito prometiendo enderezar gibas en un santiamén. Fueron muchos los incautos que acudieron a su consulta y, después de esperar en una larga fila, pasó el primero, al cabo de unos minutos se oyeron berridos y lamentos desgarradores, fue entonces que el galeno abrió su puerta y exclamó: “¡Que pase el segundo, porque el plimelo se me ha queblado!”. Algo similar pareciera que nos está por ocurrir, de mantenernos en la fila de aquellos que todavía creen en esas absurdas, como socialistas añoranzas extravagantes.