Cristiane Paiao
Al evaluar a pacientes con metástasis y caquexia, investigadores de la Universidad de Sao Paulo y de la Harvard Medical School arribaron a la conclusión de que cuanto mejor es el acondicionamiento físico, mayores son las probabilidades de éxito terapéutico.
Al estudiar a un grupo de pacientes con cáncer de pulmón metastásico, investigadores de Brasil y Estados Unidos arribaron a la conclusión de que el rendimiento en pruebas físicas sencillas –tales como sentarse, pararse y caminar– puede erigirse como un parámetro que ayude a los médicos en la evaluación del pronóstico y la definición del tratamiento.
En el referido estudio, publicado en el European Journal of Clinical Investigation, también se detectó en el plasma sanguíneo de los voluntarios la presencia de dos sustancias –serina y M22G– con potencial para convertirse en biomarcadores capaces de señalar qué pacientes cuentan con mayores probabilidades de responder al tratamiento de quimioterapia.
El trabajo contó con el apoyo de la FAPESP (proyectos 16/20187-6 y 19/17009-7) y en él tomaron parte investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (FM-USP) y de la Harvard Medical School.
Tal como lo explica el autor principal del artículo, William das Neves Silva, el síndrome de anorexia-caquexia es común entre los pacientes con cáncer cuyo estadio es avanzado y se caracteriza por un intenso consumo del tejido muscular y del tejido adiposo, con la consiguiente pérdida involuntaria de peso; y suele estar asociado a la falta de apetito, la fatiga y la disminución de la fuerza muscular.
En el caso del cáncer de pulmón, más específicamente en los tumores de células no pequeñas, que son los más comunes, los resultados de la investigación muestran que, al evaluar la sobrevida de los pacientes, no basta con medir la cantidad de músculos: es necesario también tener en cuenta la función muscular.
“Vimos que la función es más importante. No es solamente el hecho de tener músculos, sino también lo que el paciente logra hacer con ellos. El estudio muestra que la aptitud física importa más que la masa muscular. Los pacientes en su mayoría se encontraban debilitados y padecían caquexia [una pérdida acentuada de peso y masa muscular] en alguna medida. El paciente que tiene mejor rendimiento físico vive más y eso no tiene relación con su estado general”, explica Das Neves Silva, quien condujo la investigación durante su doctorado, bajo la dirección de los profesores Gilberto de Castro Junior, de la FM-USP, Patrícia Chakur Brum, de la Escuela de Educación Física y Deportes de la USP, y Kathryn J. Swoboda, del Massachusetts General Hospital, vinculado a Harvard.
Según los autores, la información recabada en la investigación podrá ayudar a los oncólogos a orientar mejor los tratamientos con quimioterapia y derivar a quienes acaso requieran de la ayuda de un equipo complementario o de cuidados paliativos.
“Demostramos que los pacientes con bajo desempeño en pruebas físicas sencillas también experimentaban un perjuicio en lo que atañe al consumo de oxígeno, mientras que los pacientes con buen desempeño no sufrían en tal sentido. Estimamos que el proceso inflamatorio asociado a los tumores resulta en un conjunto de metabolitos circulantes en el plasma con potencial para generar un efecto negativo en el metabolismo de las células musculares. De alguna manera, existe un detrimento tóxico para esas células que disminuye el consumo de oxígeno y que lleva al agravamiento de la enfermedad”, explica De Castro Junior.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Cáncer (Inca) de Brasil, las neoplasias pulmonares son las que más matan entre los varones y ocupan el segundo lugar entre las mujeres. Los tumores se clasifican de acuerdo con el tipo de células presentes y cada uno se desarrolla de una manera distinta. El más común es el cáncer de células no pequeñas, precisamente el que se analizó en esta investigación, y corresponde a más del 80 % de los casos en general.
“Es un tipo de tumor muy frecuente, pero que desafortunadamente implica una sobrevida corta, de alrededor de diez meses”, destaca De Castro Junior. Por eso es importante hacer hincapié en que es posible prevenir la enfermedad, ya que en más del 90 % de los casos el cáncer de pulmón está relacionado con el consumo de cigarrillos.
“Estamos hablando de pacientes de alrededor de 60 o 65 años, pero que fumaban desde hace bastante tiempo”, remarca el médico.
La metodología
La investigación se concretó con 55 pacientes del Instituto del Cáncer del Estado de São Paulo (Icesp). Eran en su mayoría varones, y todos fumaban. Se los trató entre abril del año 2017 y septiembre de 2020, y quedaron bajo seguimiento durante alrededor de tres meses en promedio en el transcurso de los ciclos de quimioterapia que se les aplicaron en el hospital.
En Brasil se llevaron a cabo las pruebas físicas, las extracciones para la realización de los análisis de sangre y las tomografías. Para evaluar la capacidad física antes del tratamiento, los pacientes debían pararse y caminar tres metros, regresar y sentarse nuevamente, sentarse y levantarse diez veces y por último caminar durante otros seis minutos. Asimismo, en un grupo menor de 23 pacientes se midió la capacidad de resistencia en bicicletas, con máscaras de oxígeno y aumentando constantemente la velocidad.
“Algunos de esos pacientes habían adelgazado alrededor de 30 kilos durante los seis meses anteriores, pero vimos que aun cuando aparentemente se encontraban debilitados, lograban resistir al hacer los ejercicios. Así fue como entendimos que no era una relación directa entre la masa muscular y el rendimiento y que aguantarían también la quimioterapia. Entendimos que la actividad física es importante, aun cuando se la haga según la capacidad de cada quien, y puede ser muy positiva durante el tratamiento”, explica Das Neves Silva.
En Harvard, en tanto, se realizaron las pruebas de metabolómica con el plasma sanguíneo recolectado en Brasil y con muestras de células musculares. Es decir, se concretó el análisis de los productos intermediarios o finales del metabolismo de esas células para intentar detectar qué moléculas que podrían emplearse como marcadores de la enfermedad.
Fueron detectadas dos sustancias que podrán ayudar a analizar en el futuro a los pacientes que tendrán mayores posibilidades de responder al tratamiento: la serina y el M22G.
La serina es un aminoácido no esencial que interviene en diversos procesos metabólicos. Según se lo comprobó en el marco de otros estudios, el exceso de serina dentro de las células está asociado al crecimiento de las células tumorales. Sin embargo, la inhibición o la privación de serina puede ayudar a disminuir el volumen de los tumores, por eso se la ha sugerido como una opción en el potencial tratamiento contra el cáncer.
“Lo que demostramos es que existe una relación entre estas sustancias y el desempeño de esos pacientes, y quizá esto pueda funcionar en el futuro como un marcador de rendimiento, pero aún debemos estudiarla mejor”, pondera Das Neves Silva.
Según el investigador, en una próxima etapa se analizarán nuevamente los datos de todos los pacientes del estudio con la ayuda de la inteligencia artificial. El objetivo es intentar encontrar precisamente los biomarcadores que pueden ayudar a entender el mecanismo de la enfermedad.
Otro punto importante residirá en entender si la actividad física durante el tratamiento con quimioterapia también puede ayudar en la mejoría de las condiciones generales de quienes se encuentran atravesando un cáncer de pulmón.
La calidad muscular
Los resultados recientes a los que el grupo de científicos arribó y que se publicaron en la revista JCSM Communications demuestran que más allá de la inflamación y de la aversión a la comida, el índice de grasa intramuscular también es un indicador importante de sobrevida para quienes padecen cáncer de pulmón metastásico.
“Incluimos en este nuevo análisis a otro grupo de pacientes que exhibían performance status aún peores que los del estudio anterior y los analizamos a todos como un solo grupo. En esta nueva etapa, detectamos que los pacientes más inflamados, que rechazaban la comida y que exhibían más grasa presente en los músculos, eran los que vivían menos. La grasa intramuscular es una señal indicativa de un músculo de mala calidad, lo que deriva consiguientemente en un mal rendimiento”, explica Das Neves Silva.
A largo plazo, según comentan los investigadores, la idea es entender si los ejercicios físicos podrían funcionar como una especie de “remedio” complementario al tratamiento.
“Sabemos que quienes exhiben la peor función muscular tienen menos sobrevida. ¿Podríamos lograr mejorar de algún modo esa función muscular con la realización de ejercicios? ¿Lograríamos revertir el proceso y hacer que esas células se vuelvan más resistentes a la inflamación? ¿La ruptura de ese círculo vicioso de caquexia y pérdida muscular podría generar un mejor efecto antitumoral del tratamiento del cáncer? Todo esto es lo que pretendemos dilucidar ahora”, comenta De Castro Junior… (Agencia FAPESP).