Los 450 mil bolivianos provenientes de fondos públicos que invirtió el Gobierno en marzo de 2013 para instalar en el Silala (Potosí) un criadero de truchas, se perdieron. Después de casi seis años, sólo queda como vestigio unos estanques artificiales de cemento que construyeron para criar unas 21 mil truchas al año. En su lugar, sólo existen unos rústicos criaderos a cargo de los soldados que alimentan con pan a unos pocos peces.
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