“Según la Biblia cuenta que Jesús entró a la ciudad Santa como el Salvador del mundo, entonces toda la gente con el corazón salió y lo recibió con alegría, en respuesta del amor humano al amor de Dios”, señaló el sacerdote.
La misa de este día tiene dos momentos importantes: la procesión y bendición de los ramos y la lectura de la Pasión de Cristo. Además, tras las celebraciones eucarísticas, en diferentes regiones de Bolivia, la gente acostumbra visitar los templos y en afueras de estos se apostan comerciantes de palmas que, ahora, tienen diferentes diseños.
También hay mercados en donde se venden estos productos por mayor y menor, y donde se encuentran las tejedoras de palmas, que con sus habilidades “dan vida” a esas plantas. En La Paz, uno de esos sectores es la Max Paredes, en puertas del templo de Señor Jesús del Gran Poder, donde habilosas mujeres se apostan a ofrecer palmas tejidas con diferentes diseños y otras sin tejer.
Una de ellas es Gladys, quien desde hace casi dos décadas, se dedica a elaborar esas obras. En la actualidad, sus hijos también la apoyan. Aprendió a elaborar las obras “por necesidad” y solo mirando a sus compañeras, ahora es toda una especialista.
“Con esto (mostrando las palmas) le recibieron a Jesús cuando llegó a Jerusalén. Ahora a la gente le gusta que sea con diseño y nosotros se lo hacemos de diferente forma; en cruz, anillos, manillas, con varios tejidos (…) las personas compran para protección, para las wawas (bebés) se pone en su cabecera, para la casa detrás de la puerta protege de los malos espíritus, pero hay que hacerlo bendecir”, apuntó la experta.
Otra de las vendedoras contó que la venta de estos productos comenzó hace más de dos semanas y que “llegan, incluso, de otras ciudades para llevar las palmas por ‘chipas’ (amarros grandes) y después cada uno ve cómo tejer”.
Para esta época, las palmas son traídas desde Sucre y otras regiones paceñas, “de Lambate, es difícil cosechar y hay de diferentes clases. Para tejer tiene que ser fresquito”, indicó la señora Rosa, quien asegura que cada año se adentra en bosques para conseguir las hojas y traerlas al mercado paceño.
Según la costumbre, los ramos bendecidos en la misa son llevados a la casa como signo de la bendición de Dios y de su protección. Se lo tiene todo el año e, incluso, para la siguiente gestión se quema la planta y los sacerdotes utilizan los restos, el Miércoles de Ceniza.