“!Chico…si me muerdes no te voy a llevar conmigo¡ le dije al pobrecito. Se sentó a mi lado desde la mañana y no se ha movido de la esquina, todo el día esperando que vengan a recogerlo y nada, hasta que se entró el sol. Por eso lo he adoptado y se ha quedado con el nombre de Chico, relata Olga Siñani, quien tiene un puesto de venta frente a la iglesia “Señor de La Exaltación”.
No se encontro contenido.