“Hay tratamiento, pero es muy difícil, en algunos casos se disminuye mucho la testosterona, se aumenta la serotonina, se disminuye la testosterona para que el sujeto no tenga deseo sexual, no es como propician la castración química así muy burda; pero hay fármacos para disminuir el apetito y deseo sexual, además quitarle la testosterona lo más posible e intentar que la serotonina se eleve”, sostuvo Eduardo Málaga, psiquiatra, miembro de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Clínicas, en entrevista con ANF.
La combinación de estos trastornos psiquiátricos hace a una persona un violador potencial de niños, “y como sabe que el menor lo puede denunciar lo mata o lo viola con tal violencia que le quita la vida por las lesiones graves del hecho”, afirmó.
En las recientes semanas se dieron a conocer varios hechos de violaciones a menores, por parte de allegados e incluso familiares, niños desde cuatro a 12 años son víctimas, llegando en algunos casos al embarazo de niñas. La situación abrió el debate de endurecer penas para los autores, con la castración química, pena de muerte y cadena perpetua.
Málaga, al ser consultado sobre cómo ayuda a este tipo de personas el encarcelamiento sin recibir ningún tratamiento, mencionó que sería contraproducente y lo peor es que nunca tendría rehabilitación. “Solo se los controla bioquímicamente, es lo que han hecho en otros países, y además (las autoridades) están sobre ellos, no les dan chance a que estén en una escuela ni que sean profesores, ni nada”.
Agregó que el sacar a estas personas de la sociedad, encarcelándolos, es una medida de urgencia, que se debe hacer, pero que es necesario tratarlos para evitar que vuelva a cometer las agresiones a menores.
En el caso de las personas que solo cumplen con la condición de pedofilia, pero no son psicópatas, tienen la característica de que se satisfacen por vía de la masturbación y la pornografía infantil, pero no llegan al acto de violación de niños o niñas mientras la estructura en la que se encuentra no se lo permita, publicó ANF.
Mencionó que un claro ejemplo de esto se da en las instituciones religiosas, donde ocurre casos de violaciones de niños por parte de curas, porque ellos saben que podrían estar protegidos. “Son instituciones que le dan chance a sujetos que tienen un deseo sexual y la expresión de la sexualidad humana es muy compleja, no es fácil luchar contra eso, pero el pedófilo, solo en una sociedad así, no se va a atrever”.