En el primer día de trabajo, el fiscal asignado a Huanuni, el abogado David Vargas, ingresó a interior mina para realizar el levantamiento del cuerpo sin vida de un juku, un ladrón de mineral. Se vistió con botas, overol y guardatojos. Pero nunca pensó que entre 70 y 80 personas le apuntarían con armas de fuego en uno de los niveles del cerro Posokoni. Asustado, solo atinó a darse la vuelta y retornar sin el cuerpo. Intuyó que si decía que era de la Fiscalía, pudo haber muerto. Así es cómo operan los jukus, hombres que forman de parte de organizaciones que se dedican al robo del estaño en Huanuni, la principal minera estatal de estaño, donde las cosas parecen estar hechas para facilitar el robo, pues las condiciones de seguridad son débiles.
Huanuni es un centro minero del Estado boliviano que tiene respaldo militar para el control y paga los servicios de la empresa de seguridad Khana Marka, pero cada mes pierde al menos dos millones de dólares por acción de los Jukus.
Las pérdidas son cuantiosas y permanentes, pero como los controles no son precisos, no hay una suma precisa sobre los hurtos. Wilmer Mamani, dirigente del sindicato Mixto de Trabajadores Mineros de Huanuni, explicó que la Empresa Minera Huanuni (EMH), pierde dos millones de dólares mensuales por el robo del estaño, es decir que las pérdidas por año llegan a los 24 millones de dólares.
“El juqueo se ha descontrolado por el incremento de cotización del estaño por libra fina. Antes por el concentrado nos pagaban Bs 1.100 por saco, ahora se ha triplicado y cuadruplicado el precio, y el robo de mineral se ha descontrolado. No solo en interior mina, sino en los ingenios, en Lucianita y Santa Elena (…), las pérdidas mensuales por el robo de mineral ascienden a más de dos millones de dólares mensuales”, subrayó Mamani.
El juqueo es una actividad tan frecuente como conocida. Todos saben que golpea a la economía de la empresa. Por ejemplo, integrantes del Concejo Municipal y dirigentes vecinales afirman que cada día los ladrones se llevan al menos 10 sacos de mineral que cuesta entre 8.000 y 11.000 bolivianos. Si se considera esta cifra, el monto mensual llegaría a los Bs 3,3 millones. “El quintal o saco cuesta hasta Bs 8.000, eso más o menos es lo que cuesta”, señala Iván Siles, presidente del Comité Cívico de Huanuni.
“Los rescatiris (rescatistas) esperan a los jukus en el cerro y ahí lo compran el saco en Bs 7.000”, aclara Iván Siles, presidente del Comité Cívico de Huanuni.
Los entrevistados dicen que el auge del juqueo se debe al precio internacional de los minerales. Es un negocio redondo para los también denominados ‘lobos’, que negocian lo robado con mineros cooperativistas, casas comerciales en Oruro y Llallagua, región que está a 35 kilómetros del centro minero. Los rescatistas esperan a los jukus en el mismo Huanuni para comprar lo robado. Y Cataricagua es uno de los puntos donde se planean los robos y se definen las transacciones.
Pese a las cifras señaladas, el gerente general de Huanuni, Teófilo Dante, prefiere no emitir datos y arguye que está en el cargo hace poco. “No le puedo indicar eso, estamos en averiguaciones”, dice cuando le preguntamos sobre el impacto del juqueo.
En todo caso, las pérdidas son tan grandes que el presupuesto de la EMH para la seguridad supera el millón de bolivianos por mes para pagar por los servicios de 150 funcionarios de la empresa Khana Marka y los de otros 150 efectivos militares.
El gerente de la EMH asegura que los militares no reciben ni un centavo de sueldo y que se les dota de alimentos y hospedaje. Los soldados trabajan en tres turnos, al igual que los de la empresa de seguridad privada. Sin embargo, en nuestra visita, solo observamos a seis militares que custodiaban el ingreso y la parte alta de la mina.
Los uniformados están alojados en una casa hecha de ladrillos y estuco, todos los días soportan las bajas temperaturas y el viento. El soldado Juan Carlos Q. dice que la tarea que realizan es ardua y contó que una vez se enfrentaron con los también llamados ‘ninjas’, y los disuadieron. “Por la parte de arriba, del bunker (Cataricagua) vienen armados, por aquí un par de veces vinieron y nos arrojaron piedras, otras veces, les pedimos que se retiren y nos hacen caso”, remarcó el militar.
Los jukus están organizados de tal manera que cuando dan golpes se movilizan en grupos de 80 o 100 personas, según explican las fuentes. Y entre ellos hay personas que están armadas.
La fiscalía departamental de Oruro informó que desde enero hasta fines de junio fueron aprehendidos 60 jukus, cuatro militares, que son investigados cuatro trabajadores y que otros 20 estarían implicados.
El juqueo en Huanuni está tan enraizado que los jukus son reincidentes. Tienen antecedentes en la justicia, pero luego son liberados y vuelven a la actividad delincuencial. Por ejemplo, en abril del 2021 hubo un operativo enorme en el que fueron detenidos más de 50 ladrones de minerales, entre los cuales estaban personas con antecedentes por la misma actividad. De hecho, ya conocen por dónde entrar a robar minerales. Urgente.bo