El Banco Mundial calcula que la pérdida de por vida en niños cuya educación está siendo afectada por la pandemia, será de 17 billones de dólares, debido a que los infantes aprendieron menos durante este tiempo.
Aunque el aprendizaje virtual no produce los mismos resultados que la educación presencial, la tecnología utilizada de manera eficaz puede cerrar las brechas educativas y prevenir la pérdida de aprendizaje, señalan Henrietta Fore, director ejecutivo de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y de David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, en su artículo de opinión titulado: Hay que revertir la pérdida educativa de la pandemia.
Los autores señalan que cerca de comenzar el tercer año de la pandemia de covid‑19, las aulas siguen total o parcialmente cerradas para no menos de 647 millones de estudiantes en todo el mundo. E incluso allí donde se reabrieron, muchos alumnos siguen quedando rezagados.
«Ya está suficientemente comprobado que por desgracia, los niños aprendieron menos durante la pandemia. Según cálculos del Banco Mundial, los cierres de escuelas relacionados con la pandemia pueden aumentar la “pobreza de aprendizajes” (la proporción de niños de diez años que no pueden leer un texto básico) en los países de ingresos bajos y medios hasta cerca del 70 %. Esta pérdida de aprendizaje puede costarle a la generación actual de escolares 17 billones de dólares de ganancias de por vida», señalan.
Ante la difusión de la variante ómicron, más Gobiernos podrían verse tentados a cerrar las escuelas. Pero sin la infraestructura virtual necesaria para sostener la enseñanza, esta medida ampliará las pérdidas educativas y negará a los niños otros beneficios derivados de la asistencia diaria a la escuela, por ejemplo la posibilidad de conectarse con sus compañeros y desarrollar habilidades sociales para el crecimiento personal, sostienen.
Las interacciones con docentes y pares son esenciales para desarrollar las capacidades necesarias para el trabajo cooperativo. Ser parte de una clase promueve un sentido de pertenencia y ayuda a generar autoestima y empatía, destacan.
Durante la pandemia, los niños marginados se llevaron la peor parte. Cuando este año se reabrieron las aulas en todo el mundo, resultó evidente que habían quedado aún más rezagados en relación con sus pares.
Antes de la pandemia, la paridad de género educativa estaba en alza; pero los cierres de escuelas pusieron a unos diez millones más de niñas en riesgo de matrimonio infantil, que en la práctica es garantía de que no sigan estudiando, advierten.
“Si no se revierte este retroceso, la pobreza educativa y la consecuente pérdida de capital humano provocarán décadas de retraso económico y social. Hay que dar a los niños una chance de recuperar la educación que han perdido. Necesitan acceso a materiales de lectura bien diseñados, oportunidades de aprendizaje digital y sistemas educativos transformados que los ayuden a superar futuros desafíos. En este proceso es fundamental la presencia de docentes preparados y un uso eficaz de la tecnología”, recomiendan.
Muchos países implementaron inmensos paquetes de estímulo en respuesta a la crisis sanitaria. Pero a junio de 2021, menos del 3 % de esos fondos se destinó al sector educativo y de formación profesional. Y la mayor parte se empleó en las economías avanzadas.