“Este es su tercer año, de mi papá, por eso iremos por Chamoco arriba para armar la mesa y despachar el alma”, relató Ely, hija de Néstor P. quien falleció en la primera ola de la pandemia a causa de Covid-19.
Como esa familia, cientos de personas buscarán la mejor forma de despedir a su ser querido ya sea en los cementerios o en otros espacios.
De acuerdo con el antropólogo Miltón Eyzaguirre, en la cultura andina, noviembre es un tiempo sagrado en el que, si bien, se “vive” la llegada anual de las almas, “este tiempo es una celebración agrícola, por la transición del periodo seco al lluvioso (…) comienza la siembra”.
Detalló que para la despedida a los “ajayus” no hay una costumbre única, pues varía dependiendo de varios factores. Por ejemplo, algunos despiden a sus difuntos con música, que por lo general es autóctona con ritmo de alma pinquillos, moseñada y tarqueada, aunque, en la actualidad también hay mariachis y bandas.
Si bien el primer punto de referencia para el despacho de las almas es el cementerio, en La Paz y El Alto, las familias optan por armar los altares en espacios abiertos, uno de ellos, la calle Segundo Bascones, de la zona Alto Tejar que colinda con la zona Chamoco Chico donde, en los alrededores de la cancha de este barrio, también se arman los altares.