Los azares del destino hicieron, sin embargo, que en el templo actual no quedara ni un solo rastro original del esplendor colonial.
Sus óleos, el Cristo crucificado y hasta el campanario tienen apenas una década de antigüedad.
Solo un ornamento católico, que los 20.500 habitantes del municipio potosino admiran, ha quedado en pie en San Miguel: la pila bautismal.
Tallada en piedra por los indios Chayanta, el héroe de la independencia Manuel Ascencio Padilla recibió allí a su nacimiento el primero de los sacramentos de la Iglesia.
Al pie de la pila bautismal, el 8 de marzo de 1805, Padilla, contrajo matrimonio con doña Juana Azurduy.
Manuel, que ya participaba en grupos revolucionarios, tenía 31 años y Juana 25 años cuando se casaron.
“Ambos héroes eran vecinos, se conocieron, se enamoraron y se juraron, como los principios bíblicos lo mandan, amarse hasta la muerte”, según el párroco de San Miguel.
Se cree que, para Manuel y Juana, “Dios y el matrimonio eran dos elementos sagrados en sus vidas”.
En el templo de San Miguel de Ravelo, ubicado en la provincia Chayanta del departamento de Potosí, comenzó a escribirse la historia nómada de los amantes guerreros.
Pero también “fue la cuna de Juan Hualparrimachi, Tomás Katari, el propio Agustín Ravelo y otros héroes anónimos que la historia ha olvidado”.
TOROCA
Juana nació el 12 de julio de 1780 en el cantón de Toroca que pertenecía al Virreinato del Río de La Plata desde 1776.
Es en Toroca donde Juana Azurduy aprende, junto a su padre, a andar a caballo y a amar la vida libre del campo.
A los siete años queda huérfana de padre y madre y a los 17 años es internada en el Monasterio de Santa Teresa, donde no llega a completar ni un año y vuelve a casa.
En el cantón Toroca Juana vuelve a entrar en contacto con el pueblo indígena. Recupera el quechua de la infancia y aprende el aimara. Trabaja en el campo, en las tareas de la casa, y de vez en cuando visita a Eufemia Gallardo, la madre del que será su esposo, Manuel Ascencio Padilla.
La localidad de Toroca fue donde creció Juana Azurduy, allí escuchó los relatos de Padilla, que ejercerán una enorme influencia sobre su formación.
Las ideas de la Revolución Francesa, que traían consigo los principios republicanos, la lucha por la igualdad y la libertad, eran afines a los esposos Padilla.
Por eso mismo, ambos formaron parte de la rebelión criolla en contra de los españoles que en 1809 logró la destitución del presidente de la Audiencia de Charcas.
Esos hechos no han pasado desapercibidos para las nuevas generaciones de líderes latinoamericanos.
La imagen de Juana Azurduy, madre y guerrillera, decora el “Salón de la Mujeres” de la presidencial Casa Rosada, sede del gobierno argentino. (Sucre, ABI)