En el territorio indígena Araona, del departamento de La Paz, las niñas y los niños no acceden a las vacunas esenciales para todo recién nacido, según informaron quienes habitantes en las comunidades de esa región.
Claribel Ramirez vive en la comunidad Barranco, del territorio Araona. Tiene siete hijos de los cuales sólo uno cuenta con las vacunas; accedió a ellas a consecuencia de una enfermedad que fue tratada en Riberalta, en Beni, lugar al que deben viajar para recibir atención médica. Los otros seis menores no cuentan con ninguna vacuna.
“Sí, éste (señala al niño) tiene vacunas, tienen siete vacunas, porque casi se muere; cogió mocheo y casi no pudo (sobrevivir) y lo llevé a Riberalta, al (hospital) materno. Ahí me atendieron, solo cuerito nomás ya estaba”, explica Claribel.
“Me dijeron que tenía mocheo, estaba desnutrido este niño, faltaba alimentación. Ese tiempo (de la cuarentena por la pandemia del Covid-19) no teníamos víveres porque no llevaban los comerciantes. A veces, cuando no llegan los comerciantes, no tenemos nada de víveres”, continúa.
El territorio indígena Araona se encuentra en el departamento de La Paz, a las riberas de los ríos Manupare y Manurimi. Está organizados en cinco comunidades: Puerto Araona, Barranco, Barrero, Palmasola y La Chacra, cada una compuesta por hasta 10 familias. En ninguna de las comunidades se tiene un centro de salud o posta sanitaria a la cual puedan acudir en caso de enfermarse.
El territorio se ubica al norte de La Paz y depende administrativamente del Gobierno Municipal de Ixiamas. Sin embargo, pocas veces o nunca pueden llegar hasta la capital municipal para hacer sus demandas, por las condiciones de inaccesibilidad, debido a que están separados del centro urbano por una cadena montañosa y no cuentan con una carretera que los conecte al mismo. Para acceder a cualquier servicio de salud, los habitantes se dirigen al municipio de El Sena, en Pando, al cual pueden llegar navegando por hasta tres días por el río Manupare; y en algunas ocasiones a Riberalta, en el departamento del Beni, con la ayuda de los aerotaxis o avionetas que llegan a la improvisada pista de aterrizaje que se tiene en Puerto Araona; este medio de transporte los recoge solo cuando se dispone de un espacio que no esté ocupado por quienes contrataron el servicio. Si esto no ocurre, es imposible su salida al municipio beniano.
“No tenemos ni un médico, ni una posta. Por lo menos que haya una famaciacita (SIC) pequeña, no será al 100%, pero hasta ahorita no sabemos. Otras comunidades más pequeñas ya tienen, pero nosotros nos preguntamos qué pasa con nosotros”, protesta el capitán grande del territorio, Pale Washima.
La situación es similar en todas las comunidades. Gibi Matahua tiene 60 años y vive junto a su esposa y sus siete hijas e hijos en la comunidad Barrero. Recuerda que desde hace más de 15 años no llega un médico al territorio, y los últimos que arribaron fueron aquellos traídos por misiones evangélicas que allí residían, pero se marcharon hace también más de una década.
“En la TCO Araona solo los remedios naturales, eso nomás sana (…) varios naturales remedios, unos árboles (y sus) hojas, y eso nomás paramos, tomamos eso”, cuenta.
La situación no es distinta en el acceso a otros derechos esenciales como la educación, la comunicación o la identidad. En el primer caso, muchos de los habitantes menores de 14 años no tuvieron la oportunidad de acceder a este derecho desde hace dos años. En 2019 aún se tenía un par de maestros que impartían la enseñanza en idioma castellano a todos los niveles, pero se concentraron solo en las comunidades de Palmasola y La Chacra, por lo que las otras tres comunidades no podían llegar hasta ellas.
En el caso de la comunicación, el único vestigio de tecnología que se puede encontrar en el lugar es una radio que se tiene en cada comunidad, que les permite comunicarse a duras penas con los centros urbanos, y la electricidad para su funcionamiento puede ser considerada un lujo, debido a que esta es generada por motores que funcionan con combustible que es el “oro” de estos lares.
“Si se enferma un hermano, ¿dónde (le) vamos a llevar? Para tirar abajo (hacia El Sena) necesitamos combustible”, protesta el Capitán Grande.
Durante la llegada de la pandemia por el Covid-19, si bien las y los habitantes no contrajeron la enfermedad –a pesar de que algunos presentaron los síntomas–, la principal carencia fueron los víveres debido a que, con la cuarentena nacional, los comerciantes no podían navegar por el Manupare para llevar la venta; por lo que las familias tuvieron que salir hasta El Sena, donde se quedaron durante meses, esperando que se levanten las medidas. En ese periodo, aprovecharon para obtener los documentos de identidad, como certificados de nacimiento y las cédulas de identidad de niños, adolescentes, adultos y hasta adultos mayores.
El pueblo indígena Araona se encuentra en situación de alta vulnerabilidad por su condición de minoría étnica, 452 personas de acuerdo al Censo de Población y Vivienda de 2012, además por su marginalidad estructural con el Estado y sus instituciones. De acuerdo a la Ley N° 450 de Protección a Naciones y Pueblos Indígena Originarios en Situación de Alta Vulnerabilidad, el Estado es responsable de implementar políticas sectoriales e intersectoriales de prevención, protección y fortalecimiento, para salvaguardar los sistemas de vida individual y colectiva de las naciones y pueblos indígenas en situación de alta vulnerabilidad, cuya sobrevivencia física y cultural esté extremadamente amenazada. (Cejis)