La minería no sólo destruye la naturaleza en el norte del país, al ingresar a áreas protegidas y a comunidades indígenas, sino también la de adolescentes, pues promueve la explotación sexual comercial, y las menores son captadas a través de redes sociales, y las mujeres vulnerables económicamente, son las principales víctimas.
Muchas adolescentes del país son captadas mediante redes sociales o video juegos con el único fin de la explotación sexual comercial en centros de actividad minera, ya que estás son seducidas y engañadas para dejar su casa, aprovechando su situación vulnerable o con ofertas laborales, que aceptan debido a dificultades económicas que atraviesan sus familias.
“La tendencia es que en todo lugar de explotación de recursos naturales (minera, madera e hidrocarburos) que congrega hombres, se instala de inmediato un sistema de explotación sexual comercial de adolescentes, como una práctica cultural de la minería. Por ejemplo, cuando un minero sale a cobrar y vende su mineral, lo primero que hace ir a estas casas de explotación que se instalan en pequeños pueblos”, explicó la coordinadora de Protejeres en Educo Bolivia, Nancy Ale.
La investigadora lamentó que en cualquier actividad que esté ligada al comercio sexual no se cuestione la presencia de adolescentes, y al parecer se lo ve como algo natural, como parte de la oferta de servicios. Nadie se pregunta cómo han llegado estas jovencitas a este lugar ni quienes están por detrás de esta actividad que vulnera los derechos de las mismas.
“Los hombres buscan a las adolescentes porque son una oferta `codiciada´, pues las identifican como inexpertas y porque ellos pueden ejercer mayor dominación en sus cuerpos. Son bares y discotecas donde estas jóvenes viven en situación de explotación sexual y son los hombres adultos los que solicitan estos servicios. Los intermediarios, como dueños, seguridad y mozos, las tienen como parte del negocio por la naturalización que hay en estos espacios”, enfatizó Ale.
Consumidores
En otra investigación realizada acerca de los clientes (consumidores) que son parte de la cadena de explotación sexual de adolescentes, son hombres “normales” que no tienen ninguna enfermedad mental, sino que tienen una construcción errónea sobre su sexualidad que los hace naturalizar algo que se constituye en un grave delito.
“Estas personas no tienen ninguna patología psicológica, sino que en la construcción que han hecho de su sexualidad, es decir, el tipo de información que han recibido en la adolescencia y las cosas vividas en casa, entre otras, hacen ver que el estar con una adolescente es algo natural como producto de una sociedad patriarcal que les impone estas prácticas. Además al ser una sociedad de consumo ellos consumen lo ofertado”, dijo la investigadora.
También puntualizó que el reto está en cambiar esta construcción que tienen los hombres acerca de su sexualidad, mediante la prevención, lo que significa invertir en la educación desde la niñez para que durante su proceso de crecimiento vean a la niña o adolescente como una persona y no como objeto.
Prevención
El programa Tejiendo Redes Seguras (Protejeres) que tiene presencia en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, en principio no se tenían como un público directo la comunidad educativa, sino a estudiantes, profesores y padres de familia, pero a solicitud de centros educativos se han realizado talleres de prevención sobre la trata de personas.
“Nosotros quisiéramos acercarnos al Ministerio de Educación, para que en forma conjunta se puedan construir las herramientas necesarias para que toda esta información llegue a los profesores y estos a su vez sean transmitidos a sus alumnos en forma continua”, finalizó.