El director del Instituto Plurinacional de Estudio de Lenguas y Culturas (Ipelc), Walter Gutiérrez, sostiene que las lenguas indígenas milenarias son portadoras de saberes, conocimientos, valores, historia y cosmovisiones.
“Si muere una lengua, muere una cultura, si se muere una cultura en Bolivia, nuestra esencia como Estado Plurinacional estaría en peligro”, advirtió Gutiérrez.
En Bolivia sólo el 27 % de la población habla la lengua materna indígena y el 63 % habla el castellano, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Según el director de Ipelc, de las 36 lenguas originarias, dos, puquina y toromona, están en situación de estudio y posiblemente queden extintas.
Puquina es una lengua antecesora al quechua y aymara, incluso al uru de los chipayas.
“Hay registro que los gobernantes incas tenían una lengua exclusiva, que sería el puquina, así también, en Tiwanaku se hablaba puquina y después aymara”, sostuvo Gutiérrez.
Sin embargo, hoy no quedan hablantes de esa lengua, pero quedaron varios términos de origen puquina en las lenguas aymara, quechua y uru.
Tampoco hay hablantes de la lengua toromona, ni se conoce de la existencia de una comunidad.
De acuerdo con el director del IPELC, once lenguas indígenas están en situación de vulnerabilidad, es decir, la mayoría de los niños las hablan, pero su uso está restringido al ámbito familiar y no así en el ámbito de la escuela, barrio o comunidad.
Se trata del araona, aymara, chácobo, ese ejja, guaraní, gwarayu, quechua, chiman, weenhayek, yaminawa, yuqui y aamucu (ayoreo).
En situación de peligro están siete lenguas, aquellas que “solo los adultos las hablan, pero los niños ya no las aprenden”, explicó Gutiérrez.
En esta condición están las lenguas besiro (quiquitano), kabineño, mojeño trinitario, mojeño ignaciano, uru chipaya, yuracaré y mosetén.
En la situación seriamente en peligro están cinco pueblos, los leco, machajuyai, movina, tapiete y takana.
En estos pueblos, solamente los abuelos hablan la lengua. Los adultos sí comprenden, pero no hablan entre sí, tampoco con sus hijos.
En situación crítica, o como dice el director del Ipelc, en “terapia intensiva” están nueve lenguas que son habladas únicamente por los abuelos que “solo las usan parcialmente y con escasa frecuencia”.
Estas lenguas son maropa, itonama, pacahuara, cayubaba, canichana, machineri, guarasu’we, baure y moré.
El objetivo del Ipelc, que sería la “Real Academia de las Lenguas Indígenas”, es revitalizar las lenguas con los hablantes en las poblaciones indígenas y se constituye en un rector de los procesos de normalización, normatización y estandarización de los idiomas.
El director indica que, a partir de las acciones estratégicas orientadas a la recuperación, revitalización, fortalecimiento y desarrollo de lenguas y culturas, mediante la Constitución Política del Estado y el funcionamiento de los Institutos de Lenguas y Culturas (ILCs), existen avances importantes.
“Hemos parado ese descenso de las lenguas en lo que va a su desaparición, sin embargo, todavía hay mucho trabajo que hacer”, afirmó.
En 2021, existió una leve mejora, porque en ese año el 3% de la población del departamento hablaba la lengua materna originaria. ¿Cuáles son los factores para esta leve mejoría? Podría ser la influencia de los institutos de Beni que contribuyen a que se revitalice la lengua.
En el último Encuentro Nacional de los Institutos de Lenguas y Culturas del Ipelc, que se desarrolló entre el 12 y 14 de septiembre en la ciudad de La Paz, se determinó, entre otras acciones, que para frenar la desaparición de las lenguas y más bien apuntar a su revitalización, se agilizará la publicación de diccionarios, textos de gramática y alfabetos.
“Sobre todo hacer investigación lingüística con la participación de expertos lingüistas y también de los abuelos y abuelas portadores de nuestras lenguas originarias campesinas”, explicó Gutiérrez.