Activistas e instituciones expresaron su desacuerdo ante una serie de opiniones de parte del sector de agronegocios que manifiesta que la solución para la crisis del maíz que se vive en territorio nacional es la implementación de la biotecnología y el uso de semillas transgénicas. Entretanto, los colectivos sostienen que la salida a la escasez de este producto pasa por proteger los boques.
Los activistas recuerdan que el uso de semillas transgénicas está prohibido tanto en la Constitución Política del Estado (CPE) como en leyes nacionales.
“El sector del agronegocio, sabiendo que su propuesta es ilegal y va contra la seguridad alimentaria de los bolivianos, argumenta que el maíz transgénico aumentará los volúmenes de producción. Nada más falso, estas semillas genéticamente modificadas están diseñadas para tolerar herbicidas o generar sus propios pesticidas y no son mejoradas para aumentar rendimiento”, afirman en un pronunciamiento firmado por más de 20 institucionales y la sociedad civil.
Explican que el incremento del rendimiento no está determinado por el factor transgénico, como pretende hacer creer el sector del agronegocio, sino por al menos cuatro factores esenciales que son: semillas, suelo apto, manejo de cultivo y clima.
El mejoramiento de semillas se consigue con investigación; los suelos aptos están determinados por el Plan de Uso de Suelos; el manejo adecuado está en manos de los agricultores; y la estabilidad en el clima la brindan los bosques, a más deforestación más sequías.
“Bolivia es centro de origen y diversidad del maíz, además este cereal es central para la alimentación de los bolivianos. Por esta razón no está permitido en Bolivia el uso de semillas transgénicas de maíz. Muchos productores ya han notado que sus pollos no consumen el maíz importando (transgénico), lo que demuestra que las intenciones de legalizar el maíz transgénico en Bolivia no responden a una necesidad local ni busca la seguridad alimentaria de los bolivianos”, afirman.
“No podemos sino manifestar nuestro total rechazo y repudio a que sectores interesados quieran aprovechar la falta de maíz (producto de la especulación), para pretender justificar lo injustificable”, señalan.
La sociedad civil y los activistas rechazan “las falacias vertidas por sectores del agronegocio que quiere, a toda costa, introducir maíz transgénico. Bolivia es centro de origen del maíz por eso está prohibida su internación, comercialización y siembra. El maíz es patrimonio genético y cultural de los bolivianos”.
También expresan su desacuerdo con “la posibilidad de regionalizar la siembra de maíz” y exigen al gobierno y las autoridades competentes hacer efectivo “el mandato constitucional que prohíbe la comercialización y producción de maíz transgénico”.
Además piden que el Gobierno “frene el avance de la frontera agrícola ganadera que está acabando con los bosques que brindan estabilidad climática, base fundamental para la producción de alimentos y recarga de acuíferos. ¡No más incendios de bosques!”.
“La solución de abastecimiento de maíz pasa por proteger los bosques que garantizan el clima estable para las actividades agrícolas, el maíz debe ser un cultivo de prioridad por encima de la soya, no es posible que se utilicen más de 1,35 millones de hectáreas para sembrar soya transgénica de exportación y para maíz solo llegan 450 mil hectáreas. Es necesario impulsar la investigación científica con las más de 1.500 accesiones de semillas nativas de maíz, semillas adaptadas a las condiciones climáticas de nuestro país y profundizar y ampliar el mejoramiento genético que realizan varios emprendimientos privados nacionales y comunidades locales”, remarcan. (ANF)