Con la mirada perdida y con la voz compungida, encontré a la señora Margarita Terrazas, ella retiraba las peluzas de su chompa. De fondo su mundo, una tiendita de barrio con golosinas y algunos abarrotes que con la poca venta de cada jornada le sirve para pagar su comida y sus deudas.
Contó que estaba en traslado de la casa de al lado, en la que vivÃa hasta hace unos dÃas en anticrético, martirizada por el acoso de la propietaria del inmueble, una abogada, catedrática de la carrera de derecho de una universidad estatal, que los hizo desalojar: a la abuelita, su hija, su yerno y sus nietos, luego de 6 meses de haber firmado el contrato, siendo que recién fenecÃa el 2023.
A la consulta de por qué se dejaron engañarâ€. El yerno, que estaba ahÃ, dijo: “Ya no quise pelearâ€.
La señora Margarita tiene su tienda que es la única fuente de ingresos en “El Pueblito†(zona Tupuraya de Cochabamba). Su hija está internada en el Hospital con neumonÃa y desempleada, igual que su esposo que es albañil y electricista.
“Le dieron la receta a mi hija de un nebulizador que cuesta Bs 38 y de unas gotas de Bs 98 y no pude comprar por falta de dineroâ€, dijo muy preocupada.
INFANCIA
La señora Margarita cuenta que vivÃa en la Hacienda de la familia Blanco TardÃo, donde actualmente es el colegio Irlandés.
“Era muy feliz ahÃ, mis papás eran los cuidadores y con mis hermanos disfrutábamos de los árboles frutales como el durazno, uva y ciruelo. Con la reforma agraria de 1952, los hacendados tuvieron que donar esos terrenos a las monjas del Irlandés con la condición de crear una escuela de educación gratuita. Ellas quisieron construir lo que ahora es el colegio esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y vendieron terrenos para casas.
“En 1957 nos vinimos a esta casa, donde es la tiendita (herencia de 10 hermanos). No habÃa luz, agua potable, las calles eran de tierra y unas señoras bajaban en burro trayendo leña para que cocinen los lugareños, pues no habÃa garrafas de gas, ni cocinasâ€, recordó.
La abuelita cuenta que la gente iba al rÃo Rocha, de aguas cristalinas y que con sus hermanos cavaban un hoyo y salÃa agua limpia de la vertiente que la traÃan para cocinar en casa.
“Mi mamá inició con esta tienda de barrio vendiendo sal, pan, arroz, azúcar y cosas chiquitas†indicó la señora de la tercera edad.
DURA SITUACIÓN
EN LA PANDEMIA
“El 2020 con la pandemia quedamos encerrados en casa y mi familia consumió todo lo que tenÃamos en la tienda. Encima 2 veces se entraron ladrones robándome valor de Bs 1.000.- en tarjetas de celulares con el cuento del tÃo. Con eso más me empobrecÆmanifestó.
SU MENSAJE
“Pido a las autoridades trabajo para mi hija y yerno, ya que tengo 2 nietos de 17 años y 11 años. El mayor va al servicio premilitar, tuvieron que pagar Bs 2.000.- para el uniforme militar que en diciembre 2021 cancelaron con sacrificio sus papás y recién en agosto 2022 le entregaron las botas, a parte de Bs 250, en el regimiento solicitan exámenes médicos a los chicos por valor de Bs 800, condicionando que sean de los laboratorios que ellos indican, sino no validan los estudios de salud.
El banco ya no me quiere prestar dinero por la edadâ€, dijo la afligida abuelita Margarita.
Con este testimonio, se puede percibir que las propietarias de las tienditas de barrio tienen mucho por contar.
Esta historia continuará …