“Presumimos que sea de burro o de caballo. Tras denuncia de los vecinos se hizo el patrullaje por toda la zona. Sospechamos que (esta carne) está siendo comercializada en diferentes carnicerías”, informó ayer el intendente Municipal, José Manuel Huaynoza.
Este descubrimiento se dio en las avenidas 6 de Marzo y Bolivia. Cabezas y extremidades estaban expuestas y el olor putrefacto era evidente.
El consumo de carne faenada en mataderos ilegales no es apta para el consumo, indicó Ximena Laura, encargada de Inocuidad de la Intendencia Municipal, porque su tratamiento no respeta toda la cadena de refrigeración y pierde sus nutrientes.
Por ello, la profesional y el intendente dieron seis recomendaciones. La primera es que las personas eviten comprar esta carne cuando su precio sea menor en un 20%, 30% y hasta 50% que el precio normal en el mercado común. “Si el kilo es (por ejemplo) 19 o 20 bolivianos, las personas deben parar las orejas y dudar”, indicó Laura.
Segundo, los consumidores deben verificar a simple vista que la textura de la carne que adquieren sea firme; tercero, su color debe ser rojizo, no oscuro tendiente al negro.
Por otro lado, su grasa debe ser de color blanco, si es amarillenta, su procedencia es dudosa; finalmente no debe estar exudada, es decir si tiene fluido significa que hubo una mala manipulación y mala conservación por lo que esa carne ya no cuenta con su valor proteico.
“Si el faeneo se hace en un lugar clandestino que no cumple con las condiciones adecuadas para conservar la inocuidad de la carne, ya no es un producto garantizado de buena calidad, y pasa con cualquier tipo de carne. Se debe tener cuidado desde la crianza del animal, su alimentación, evitar su estrés, el faenado, y la distribución para llegar al consumidor final. Se debe conservar el valor nutricional del producto”, señaló la encargada de inocuidad”.
Uno de los artificios que tienen las personas que comercializan esta carne de dudosa procedencia es procesarla en embutidos -como salchichas- y carne para silpancho (carne plana y delgada). Para ello también le añaden colorantes rojizos o naranjas, saborizantes y conservantes.
“Eso produce daño al organismo. Son (productos) tóxicos y si se llega a consumir una determinada cantidad pueden llegar a producir gastritis, úlcera y luego cáncer”.
La Intendencia realiza el cotejo de información entre los vecinos para evidenciar qué personas en vehículos botaron estos restos, de dónde procedieron y dónde estarían faenando a estos animales.