“No estamos solos, Jesús está con nosotros en la misma barca y rema para calmar la tempestad del mal y hacernos cruzar a la otra orilla de la esperanza, del amor y de la vida nueva en Dios”, dijo en su homilía de este domingo desde la Basilia Menor de San Lorenzo Mártir.
Cita las palabras del papa Francisco, el año pasado en la plaza San Pedro, en la oración por la pandemia: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
En coincidencia con el Papa, el arzobispo pidió no dudar en remar juntos por un mundo más justo conforme a los valores del Evangelio.
En el Evangelio de hoy, acabamos de contemplar a Jesús que, después de haber anunciado y explicado el Reino de Dios en parábolas, calma la tempestad en el lago de Tiberíades, el primero de cuatro milagros, signos concretos de la presencia novedosa del plan de Dios, que “la gente y los discípulos de Jesús no acababan de entender”, comentó.
Dijo que lo largo de nuestra existencia, todos pasamos por tempestades en las que nuestros apoyos y seguridades parecen derrumbarse y donde Cristo parece dormir. Pensemos en la experiencia del dolor, las desgracias y enfermedades graves, la pérdida de seres queridos, las incomprensiones y las divisiones en el hogar, la humillación por injusticias, calumnias o falsedades, la pérdida del trabajo y tantos otros motivos, reportó Erbol.
“No olvidemos que, de manera ordinaria, Dios no interviene directamente contra las iniquidades de los malos, sino que él hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos”, afirmó el arzobispo de Santa Cruz.