Gualberti recordó que la salvación no es obra de los hombres sino de la voluntad de Dios, quien envió a su hijo como el único salvador de la humanidad.
“No hay mejor manera de prepararnos a la fiesta de la Navidad que dejarnos llevar de la mano de nuestra madre, la Virgen María, por el camino de la conversión en todos los ámbitos de nuestra vida personal y también de nuestra sociedad, que está pasando por unos tiempos muy difíciles y donde abundan violencia, amenazas, confrontaciones y sentimientos de odio y rencor”, reflexionó en su homilía dominical.
Recordó que los apóstoles San Pablo y Juan el Bautista vienen a llamarnos a no caer en la tentación de responder con la misma lógica y a dar testimonios del amor y de la justicia de Dios, con palabras, actitudes y gestos de tolerancia, reconciliación y perdón a fin de alcanzar una convivencia de paz y de bien para todos. No es una misión fácil, pero confiamos en la presencia salvadora del Señor, manifestó.
Indicó que la presencia de Dios como garante de la justicia, permite a todos llevar una vida de seguridad y paz, y remarcó que los profetas ya pusieron en evidencia que para vivir en paz en un país y entre naciones, es indispensable contar con una justicia libre e imparcial y en solidaridad fraterna, reportó Erbol.
Dijo en el mismo espíritu de conversión y de vida cristiana coherentes, el apóstol San Pablo nos presenta los caminos de la comprensión, para que las personas sean todos los días honestas e intachables a fin de apreciar los verdaderos valores humanos que llevan a construir una comunidad de amor que es signo fundamental de conversión.