El hallazgo se debe al trabajo de Stephan Beck, fundador del Herbario Nacional de Bolivia e incansable investigador de la flora del país, y Carla Maldonado, dedicada investigadora y actual Directora de la institución científica que reúne más de 350 mil especímenes de plantas.
En la denominación de las especies de organismos (vivos o extintos) se utiliza la nomenclatura binominal que es la combinación de dos palabras: el nombre del género (al que pertenece la especie) y el nombre específico. Para nombrar especies, se pueden usar “nombres” en latín de raíz grecolatina, latinizada o alguna característica sobresaliente de la planta.
En este caso se descubrieron dos nuevas especies de orquídeas, ambas bastante parecidas, muy pequeñas y que crecen en el suelo a diferencia de la mayoría que son epífitas (que viven en los árboles). “Tienen entre dos a tres hojas alargadas y flores pequeñas de color verdoso o blanquecino”, informó Alfredo Fuentes, coordinador científico del Proyecto Madidi y artífice del nombramiento.
Una de ellas que proviene de los bosques de los Yungas de la región del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Cotapata fue denominada Cranicchis beckii en honor a Stephan Beck, científico alemán que llegó a Bolivia en 1978.
Beck es profesor emérito de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y reconocido por sus infatigables trabajos para registrar y conservar la flora del país a través de su labor en el Herbario Nacional de Bolivia, del cual fue uno de sus fundadores en 1984 y director durante 11 años.
A la otra orquídea que procede de los Bosques Húmedos Boliviano-Tucumanos de Tarija, la nombraron Cranicchis maldonadoana en homenaje al trabajo de la bióloga Carla Maldonado, actual Directora del Herbario, quien cumplió en 2020 con la gestión exitosa para la ampliación de la institución, que fue necesaria debido al constante aumento en el registro de la flora en el país, y por el esfuerzo constante de mantener la investigación científica en Bolivia.
Fuentes explicó que las circunstancias del descubrimiento de ambas especies, que son endémicas del país o que se restringen al territorio boliviano, “tiene que ver con la incansable actividad que realizan los botánicos: registrar información sobre las plantas que habitan a nuestro alrededor”.
Dijo que los estudios de orquídeas en Bolivia datan desde la década de los ochenta, y que su peculiaridad marca el interés de muchos botánicos nacionales y extranjeros que las recolectan y estudian.
“Hace unos tres a cuatro años, llegaron investigadores de Polonia interesados en estas flores y, al revisar las colecciones, descubrieron especímenes que representaban a dos especies nunca antes descritas”, agregó.
La investigación, publicada en noviembre pasado por los investigadores polacos con la participación y colaboración de Fuentes, revisó el género Cranichis (reconocido por su hábito de hierba terrestre con pocas hojas basales y flores pequeñas) para el país. Entre los resultados más sobresalientes está el incremento del número de especies registradas en Bolivia de nueve a 15, y “dos de ellas endémicas y nuevas para la ciencia”.
Para Fuentes, la denominación de ambas orquídeas, “es una forma de rendir un homenaje a los dos botánicos y en honor a su trayectoria, principalmente, por su actividad constante en favor de la investigación de la botánica en Bolivia”.
Las orquídeas posiblemente conforman la familia de plantas más diversa en el mundo con más de 25 mil especies identificadas por los científicos. Sus diferentes formas, colores y tamaños lograron posicionarla como uno de los grupos con flores consideradas “las más hermosas”, debido a que lograron transformar la manera para atraer a los polinizadores.
Es un grupo de plantas que se encuentran casi en todos los ambientes de la Tierra, pero en su mayoría son epífitas. Encontrar estas especies con un hábito terrestre, es extraño en este grupo, y es una señal clara de que aún queda mucho por descubrir en nuestro país, y mucho trabajo para los botánicos en un lugar tan rico en biodiversidad, pero a la vez con tanto peligro de desaparecer pronto. Edwin Conde Villarreal (CienciaBolivia)