Bolivia, como otros países de América Latina, aún no concreta el regreso a las clases en modalidad presencial debido a la pandemia del covid-19 que mantiene en alerta a la población. Esta realidad ha sido calificada por los expertos como una “crisis silenciosa” que tiende a agravarse.
“La discontinuidad de los estudios o la imposibilidad de acceder al mismo tipo de continuidad por la vía virtual, sumado a la crisis económica que afecta los ingresos de los hogares, amenazan con incrementar el riesgo de abandono escolar y de trabajo infantil, lo que generará retrasos en los procesos de aprendizaje, profundizando las brechas existentes y generando lo que hemos llamado una crisis silenciosa”, alertó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Y es que sobre sistemas de educación limitados en la región, llegó el covid-19 que obligó a cerrar centros educativos y encaminar un mecanismo virtual para la enseñanza en medio del déficit de internet, precariedad en los hogares y crisis económica en las familias más vulnerables.
Durante la jornada inaugural del Primer Seminario Regional de Desarrollo Social: Educación en América Latina y el Caribe, en el que también participan responsables regionales de la Unicef y de la Unesco, ministros y otros altos funcionarios gubernamentales, así como especialistas del sector educativo, se recalcó en la importancia de la reapertura de las escuelas y regularización de las clases presenciales.
La directora regional de Unicef, Jean Gough, indicó que a 20 meses del inicio de la pandemia, el cierre total o parcial de las escuelas sigue afectando a dos de cada tres niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe.
“Esto significa que un total de 86 millones de estudiantes siguen fuera de las aulas”, precisó y agregó que muchos niños han caído en situación de trabajo infantil o no han continuado su educación por no tener acceso a internet a causa de la pobreza o la falta de infraestructura.
Por todo esto, los expertos han calificado a este escenario como la peor crisis educativa de la historia en la región.
“El costo de esto es abrumador para los niños y adolescentes, y para la productividad futura de sus países. Más allá del impacto inmediato, las consecuencias financieras de la crisis educativa impactarán las economías de la región en los próximos años”, afirmó Gough.
Datos del Banco Mundial indican que el cierre de las escuelas podría traducirse en una caída de 1,7 billones de dólares en los ingresos futuros para la región, lo que equivale al 16 % del PIB regional, publicó ANF.
Aunque, “la reapertura de las escuelas no está siendo priorizada en los procesos de reactivación social y económica de muchos países de la región”, lamentó Gough, añadiendo que los niños y adolescentes pueden acudir hoy a los cines o restaurantes, mientras que sus escuelas siguen cerradas, “lo que viola su derecho a una educación inclusiva y de calidad”.