En el río Madre de Dios, en Pando, se vierten desde aceites, combustibles y mercurio desechados por las balsas que extraen oro de estas aguas, informó el monitor territorial del Territorio Indígena Multiétnico II (TIM II) y miembro de la comunidad Genechiquia del pueblo Ese Ejja, Confesor Tirina.
“La pesca es lo de mayor consumo. Ese dato que sacaron del lado de Eyiyoquibo, en La Paz; pero en el (río) Madre de Dios está lleno de balsas, está contaminado el pescado que es el de mayor consumo”, explicó Tirina, refiriéndose al informe que presentó el relator especial sobre las implicaciones para los Derechos Humanos de la gestión y eliminación ambientalmente racionales de las sustancias y los desechos peligrosos, Marcos Orellana, durante el 51 período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En este informe, el relator dio a conocer que en la comunidad Eyiyoquibo y Portachuelo -la primera perteneciente al pueblo indígena Ese Ejja, que se encuentra en las riberas del río Beni, en el norte de La Paz-, las mujeres en edad fértil tenían una carga corporal de mercurio “extremadamente alta (…) en un nivel de 7.58 partes de millón”; sin embargo, estas comunidades no se dedican a la extracción de oro, por lo que la única exposición de mercurio que se les conoce es a través del pescado que consumen de los ríos.
El pueblo indígena Ese Ejja se encuentra localizado entre Pando, Beni y La Paz, departamentos que comparten la Amazonía Norte de Bolivia; su población está distribuida en seis comunidades, cuatro de las cuales, Villa Nueva, Portachuelo Bajo, Portachuelo Alto, Genechiquia y San Vicente, se ubican en TIM II, entre Beni y Pando; mientras que las otras dos, Eyiyoquibo y Las Amalias, se encuentran en el norte de La Paz y en Pando, respectivamente.
Tirina explicó que este problema de la contaminación de las aguas de los ríos no es reciente en la Amazonía, sino que ocurre desde hace tiempo atrás; pero los pueblos indígenas que habitan en las riberas de los ríos no conocían de este problema y de las afecciones que les producía, a pesar de que en la comunidad se sentían y manifestaban distintas afectaciones a la salud.
“En salud (…) las mujeres, cuando se embarazan, el bebé no nace normal. Ya con muchas dificultades están naciendo. (…) Como vulgarmente hablamos, la diarrea está total; el río está totalmente contaminado de mercurio, porque la gente que trabaja en las balsas botan aceite, diésel, hacen sus necesidades, y nosotros (los indígenas) nos bañamos, tomamos eso; total nos daña nuestra salud”, explicó el indígena.
En un diagnóstico que desarrollaron las organizaciones del TIM II y la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (Cirabo), con el apoyo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), en 2021 identificaron que solo 14 de las 180 balsas que trabajan en la extracción de oro en el río Madre de Dios, en el tramo que atraviesa el territorio indígena, operaban de forma legal al interior de las dos autorizaciones transitorias especiales otorgadas por el Estado. En un último recorrido que se realizó en agosto de este año, por las comunidades Sinaí, Loreto, Genechiquia, Palestina, Trinidacito y Miraflores, del TIM II, las autoridades del territorio identificaron 290 balsas dedicadas a la extracción de oro.
En este mismo estudio, las organizaciones identificaron que cada asociado a la Cooperativa Minera Aurífera Asobal Madre de Dios Ltda. -que aglutina el mayor número de socios dueños de balsas auríferas en la Amazonía Norte- usa hasta un kilo de mercurio de forma mensual. Con base a este dato, el estudio estima que, en 2021, las 180 balsas auríferas identificadas liberaron un aproximado de 259 kilos de mercurio en las comunidades del TIM II.
Para el director ejecutivo del CEJIS, Miguel Vargas, la cantidad de mercurio existente en el río Madre de Dios y en las comunidades indígenas puede ser exponencialmente mayor, pero es difícil determinar esta cifra por la falta de mecanismos que regulen su uso y la consolidación de la minería ilegal en la región, que imposibilitan contar con datos que permitan medir el real impacto en la salud de las y los indígenas, así como la implementación de políticas públicas que mejoren esta situación.
El mercurio es elemento esencial en la extracción aurífera. Este elemento ayuda a separar el oro de la roca, arena u otro material al que se encuentre adherido. Ambos, el oro y el mercurio, se mezclan en una amalgama que luego es calentada, ocasionando la evaporación del mercurio que pasa a la atmósfera, o llega a las aguas de los ríos a partir de los residuos mineros desechados, contaminando a la fauna y flora acuática, donde se acumula en la cadena alimentaria afectando a quienes lo consumen.
Confesor Tirina mencionó que en las comunidades indígenas usan el agua de los ríos y los pozos para el consumo y para la irrigación de sus sembradíos, lo cual les ocasiona problemas estomacales e infecciones, que hasta hace poco no tenían conocimiento del porqué sucedían.
“Ahorita están tres grupos de las balsas en El Sena, están trabajando día y noche, semanas enteras, meses enteros que trabajan. No van a otro lugar. Está lleno de mercurio el pescado, también nuestro chaco, el río consume nuestro sembradío porque cuando llueve, el río sube y el lodo se queda acá y nuestro sembradío consume también”, indicó.
El informe presentado por el Relator también da cuenta de que las mujeres son el grupo en mayor grado de vulnerabilidad ante la contaminación del mercurio, debido a que la exposición del feto al mercurio, mientras está en el útero, puede ocasionarles deformidades, trastornos cognitivos además de los síntomas neurológicos graves y permanentes.
“Ahorita hay muchos bebés que están naciendo enfermos, antes había personas medio loquito (SIC), deformados están naciendo ahorita en la misión. En la nación Ese Ejja, donde vivo, incluso, hay niños que están naciendo (con labio) leporino; hay niños que no captan rápido en el estudio. Todo eso está sucediendo”, explicó.
Bolivia es uno de los 24 países que suscribió el Convenio de Minamata, que entró en vigencia en 2017. Este convenio establece que los Estados debe realizar esfuerzos para eliminar, de forma paulatina, la importación, uso y disposición del mercurio, por su nivel de toxicidad y los impactos que este ocasiona sobre la salud de la ciudadanía demás del medio ambiente. (Erbol).