Para recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, la iglesia Católica comenzó ayer la Semana Santa con misas de Domingo de Ramos, en medio de conflictos armados y la pandemia del covid-19 que aún persiste en el mundo.
El arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, presidió la misa instalada en el atrio de la Catedral ante una gran cantidad de fieles que se dieron cita a la plaza 24 de Septiembre, donde los católicos recordaron el ingreso de Jesús a Jerusalén.
En la eucaristía rememoraron el relato de la pasión y las últimas horas de Jesús en la vida terrenal. Recordó que Jesús fue proclamado rey, pero no con el poder de riqueza de los grandes, sino con el poder salvador del amor que vence al mal.
“El entra a Jerusalén como rey justo, humilde y pacífico, que no opone resistencia a los que lo ultrajan. Las autoridades religiosas y políticas no participan de la fiesta del pueblo porque no reconocen en Jesús al Mesías enviado y está al lado de los pobres que lo alaban y lo siguen”, indicó Gualberti.
Afirmó que Jesús fue un peligro para las autoridades políticas y religiosas porque ha denunciado en público los abusos y atropellos en contra de los pobres y su instrumentalización de la religión y del culto del templo para enriquecerse y para mantenerse en el poder.
Indicó que todos los pasajes de la Biblia nos permiten ver cuán lejos estamos del crucificado, cuánto de autosuficiencia y soberbia, desobediencias y pecados que contradicen nuestra vida cristiana. A pesar de ello, existe el amor de Jesús que siempre está dispuesto a perdonar y a establecer una relación personal y de amigo con dada uno de nosotros, dando así cumplimiento al plan de salvación del padre, manifestó.
Gualberti invitó a los católicos a reconocer nuestras culpas, nuestros errores, pedir perdón y cargar la cruz junto a él. Dijo que los brazos abiertos de Jesús nos perdonan y nos dan la fuerza para liberarnos de todo sentimiento de odio, rencor y venganza y así libres del mal, perdonar también las ofensas recibidas, reseñó Erbol.
En La Paz, el alcalde Iván Arias y su esposa Mercedes Butrón participaron de la misa de Domingo de Ramos en el Cementerio General, que fue presidida por el arzobispo de La Paz, monseñor Percy Galván, quien rememoró cómo Jesús entró a Jerusalén en un burrito como signo de humildad y alegría de la salvación que iba a vivir el pueblo judío. El burgomaestre hizo eco del mensaje salvífico e instó a renovar esos valores cristianos en el inicio de la Semana Santa.
“Para los cristianos es muy importante renovar nuestra humildad, renovar nuestra fe en el Señor con este ramo (muestra un ramo) de alegría y de amor al prójimo”, manifestó Arias al salir de la misa en la capilla del Cementerio.
En su homilía, Galván rememoró el ingreso de Jesús a Jerusalén, pero no como una entrada triunfal de un rey en un corcel, sino como una entrada humilde montado en un burrito acompañado de su cría, signo de que “debemos embanderar la humildad y más aún cuando se trata de servir al pueblo desde un puesto público”, publicó AMUN.
“Llama la atención de que el Señor, en vez de entrar en un caballo, entró en burrito con su cría, tiene mucho significado ya que el Mesías que esperaba el pueblo judío, el hijo de Dios era un todo poderoso que tenía que venir a liberar al pueblo judío de la opresión; imagínense cuando Jesús llega en burrito, todo el mundo se admira, hay un mensaje muy grande en ese signo y es que solo se puede dar la salvación, la conversión, solo si somos humildes, eso representa el burrito: la humildad”, reflexionó el prelado.