Desde el año pasado los guardaparques a iniciativa del jefe de Protección de la Reserva, Marco Uzquiano, promueven el apadrinamiento de las tortugas, el aporte es de 10 bolivianos por un pequeño reptil que se caracteriza por tener un caparazón que protege sus órganos vitales.
La cosecha y siembra de los huevitos demanda un manejo tecnificado que antes era precario, pero actualmente se trata de mejorar las técnicas para conservar o incubar los huevitos hasta que estos eclosionen para que después las tortugas bebés pasen a una especie de «guarderías» (piscinas de nylon) y luego, una vez que tengan la fuerza, sean liberadas en el río Maniqui.
“Lo hacemos cuando las petitas están en las playas del Maniqui, hacemos la cosecha y siembra artificial en una playa artificial que tenemos en uno de los campamentos de la Reserva, al cabo de 70 días empiezan a eclosionar las tortuguitas. Hacemos un manejo y cuidado, las tenemos más o menos un mes, vemos si tienen alguna deformidad, hacemos que endurezcan su caparazón para hacer su liberación”, describe el proceso, el director de la Reserva Biósfera Estación Ecológica del Beni, Rolando Sánchez de la Vega a la ANF.
Las petas son tan pequeñas que no solo están expuestas a otros depredadores, sino que son alimento de los indígenas y campesinos, pero ahora, también son comercializados y no es en pequeñas cantidades, sino que esta actividad está en crecimiento.
El objetivo es “asegurar su subsistencia. Los huevitos son fuente de alimento para las comunidades indígenas y campesinas que se encuentran en estos lugares tenemos que combatir con esto más”, dice el director, pero, además, enfrentan la comercialización, lo “llevan a centros poblados y se ha hecho un negocio y eso sobre pasa lo que antes se tenía”.
Toda especie cumple una función, las tortugas son clave para mantener la vida de los ecosistemas. Los científicos sostienen que cumplen funciones ecológicas importantes; trasladan nutrientes, remueven la arena de las playas, se alimenta de medusas, con lo que mantiene el control de las poblaciones.
Sánchez acota que poco a poco hay menos de la especie en la zona, eso afecta y desequilibra los ecosistemas. Dijo que los guardaparques no tienen toda la capacidad para combatir a la cantidad de gente que va a la zona a cosechar las petas.
Para estas fechas, tenían previsto liberar a por lo menos 1.500 tortuguitas, sin embargo, por el cambio climático y las alteraciones en la temperatura apenas están eclosionando, esperan que en un par de semanas puedan concretar esta actividad.
Instó a la población a convertirse en padrinos o madrinas de una tortuguita, los recursos económicos estarán destinados a mantener el proyecto Quelonios cuyo principal objetivo es el repoblamiento de las petas de río.
Sánchez dijo que las “petitas” son como un emblema o símbolo de la Reserva, porque se ha creado una identidad en su preservación. También lo es el Tucán. Aunque entre las especies en extinción se encuentra el Jaguar, lo que también es preocupante.
Sobre este último tema, dijo que por la actividad ganadera que existe fuera de la Reserva, los ganaderos o cazadores cazan a esta especie, los primeros porque ven un riesgo para el ganado, mientras que el segundo grupo solo los cazan para extraer sus colmillos que después los venden. (Rurrenabaque, ANF)