Con solo décimas por computar en La Paz, los resultados finales del balotaje en cuatro departamentos ya son oficiales y deja al Movimiento Al Socialismo (MAS) derrotado, pero no vencido, pues el control en las asambleas legislativas es casi pleno, con lo que se prevé cinco años de trabas a las gobernaciones que no respondan al “proceso de cambio”.
El MAS ganó en las gobernaciones de Cochabamba con Humberto Sánchez, cuestionado alcalde de Sacaba, que renunció durante los conflictos de noviembre de 2019, en un municipio donde luego se produjeron los enfrentamientos fatales con un saldo de una docena de muertos.
Oruro y Potosí también se mantiene en control del masismo, que desde 2005 ganó todo tipo de elecciones en ambos departamentos. Johnny Vedia y Jhonny Mamani, respectivamente, son los gobernadores que darán continuidad a las políticas del partido de Evo Morales.
La abogada y exconstituyente Angélica Siles califica las elecciones subnacionales y sobre todo el balotaje del pasado domingo, como una competencia entre el MAS y sus “taxi partidos”, recordando el pasado inmediato de fuerzas como el Movimiento Tercer Sistema (MTS) del gobernador paceño Félix Patzi, quien fue ministro de Educación cuando Morales llegó al poder en enero de 2006.
“La pregunta es si los exmasistas candidatos olvidaron sus raíces, o es solo una estrategia para tomar el poder sin importar el “taxi partido” al que se otorgó la sigla con premeditación para lograr sus objetivos de consolidar su hegemonía”, citó.
El MTS nació como una “tercera vía” propugnada por Patzi, con raíces aymaras y andinocentristas, pero en las elecciones subnacionales logró saltar a la amazonia, aunque también perdió su supuesto bastión en el área rural de La Paz.
Patzi apostó por dos ex afines al MAS y médicos de profesión, que hoy se convierten en gobernadores electos de Beni y Pando, con Alejandro Unzueta y Regis Richter, respectivamente.
Otro exmasista que asumirá una gobernación el 3 de mayo es Damián Condori, otrora ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesino de Bolivia (CSUTCB), y miembro del llamado “pacto de unidad” que fue el brazo movilizado del masismo hasta 2014.
Condori ya había sido desplazado del MAS en las anteriores elecciones y por ello fue candidato en Chuquisaca, pero perdió por una manipulación del Tribunal Electoral Departamental (TED) que benefició a Esteban Urquizú. En el reciente balotaje, el dirigente campesino tomó revancha y ahora se alista a ingresar a la Gobernación quechua.
El presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, adelantaba el análisis y precisamente calificaba la segunda vuelta en cuatro departamentos, como una “elección entre el MAS contra el MAS”.
En el sur se confirmó la victoria del exalcalde tarijeño Óscar Montes, quien tuvo tres gestiones de burgomaestre y luego tuvo un “lustro sabático” alejado de la administración pública, pero al mando de su organización política Unir con la que ahora ganó la Gobernación.
Durante sus años como alcalde, Montes fue ambivalente con el nivel central. En ocasiones fue crítico a la gestión de Morales, pero sus últimos años estuvo muy ligado a las decisiones de plaza Murillo para Tarija.
En el otro extremo se encuentra el líder cruceño Luis Fernando Camacho, quien fuera presidente del Comité Pro Santa Cruz y pieza clave para la renuncia de Morales y su cúpula, luego del fraude electoral de 2019.
Camacho se postuló a la presidencia en 2020 y logró el tercer lugar, pero con una bancada mayoritaria desde Santa Cruz. Posteriormente anunció su candidatura a la Gobernación y el 7 de marzo lograba mayoría absoluta contra su rival masista.
Camacho es el único que no tiene ningún pasado con el MAS, pero tampoco experiencia en política ni administración estatal. Su discurso conservador se vio empañado por declaraciones de boca propia que le mermaron votación en 2020, como reconocer que había grabado a su acompañante de fórmula Marco Pumari, o con consecuencias penales como la “revelación” que hubo coordinación con la Policía y las Fuerzas Armadas cuando se produjo la caída de Morales. Eso último se investiga dentro del caso de supuesto “golpe de Estado” que el MAS activó contra toda la oposición política, cívica y civil.
Finalmente, Santos Quispe se convierte en gobernador de La Paz al derrotar al candidato masista Franklin Flores con datos AL 93% hasta las 20:00 del martes, dos días después del balotaje, de 55% contra 45%.
Quispe, bautizado “Wayna Mallku” para estas elecciones, tuvo que reemplazar a su padre, el dirigente aymara Felipe Quispe “el Mallku”, que falleció el pasado 18 de enero. Su inscripción ante el Órgano Electoral fue cuestionada porque no renunció en el plazo formal a su cargo público, como funcionario administrativo del Servicio Departamental de Salud (SEDES).
El ente electoral interpretó que Quispe, que estudió en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba, gozaba de un trato especial al ser “personal de salud” y con ello validó una ley frente a la propia Constitución Política del Estado (CPE).
Quispe recibió a su padre en su casa del Distrito 14 de El Alto, donde el “Mallku” almorzó por la tarde y luego se desvaneció frente a su hijo. “Prácticamente murió en mis brazos”, relató el joven en aquella jornada.
Sin experiencia ni un programa claro de gobernabilidad, salvo prometer “oportunidades de trabajo para los jóvenes” o edificar una universidad aymara con el nombre de Felipe Quispe, el “Wayna Mallku” llega a ser gobernador con consignas ideológicas de marcada línea racial.
Los nueve gobernadores “debutan” en ese cargo y cierran una etapa electoral que arrancó el 21 de febrero de 2016, con el referendo constitucional que negó la modificación del artículo 168 de la CPE sobre la reelección presidencial. Elecciones judiciales, elecciones primarias, elecciones generales anuladas por fraude y nuevos comicios generales, además de las recientes subnacionales y su segunda vuelta marcaron estos cinco años de fatiga democrática. @VisorBolivia