Mientras anoche varios candidatos que consiguieron elevados porcentajes de apoyo en la votación del domingo 7, según reportes de dos encuestadoras privadas, salían a cantar victoria, Arias prefirió el silencio.
Los resultados de la consulta efectuada a la salida de los centros de votación de La Paz, la sede de Gobierno de Bolivia, otorga un 48 % de apoyo ciudadano al candidato de la agrupación Somos Pueblo, un frente armado a contrarreloj.
Junto al aparato ministerial radicado en esta ciudad, la Alcaldía de La Paz tiene un presupuesto y personal que generan un movimiento económico influyente en los municipios circundantes y en el propio gobierno central. Con 898.958 habitantes, el municipio con un grupo etario menor a 25 años, asistió a una votación en que la propuesta de Arias enfrentó al oficialista César Dockweiler (35,9 %).
La muestra obtenida en una jornada dificultada por la ausencia de jurados y la demora en la apertura de las mesas electorales, es una muestra de la tendencia de votación y aún se esperan los datos oficiales antes de la declaración oficial de resultados.
“Voy a hablar con todos”, pregonó Arias, un ex reportero popular que extrajo conocimientos de la teoría sociológica en las aulas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), pero que arrancó las mayores experiencias de su cercanía con la labor sindical de la Central Obrera Boliviana (COB) de Juan Lechín (1914-2001) y antes de su languidecimiento con las medidas de reforma estructural de Víctor Paz (1907-2001).
“Arias es hombre al que le gusta gastar sus zapatos. Cuando se propone algo, brega hasta lograrlo”, describe el periodista Rafael Archondo.
Y no será fácil dialogar, en caso de asumir la Alcaldía. A dos cuadras y en el piso 21 de la ostentosa Casa del Pueblo, el presidente Luis Arce será el inquilino citadino de mayor poder a la hora de repartir la disminuida renta estatal a los municipios.