Por Edwin Conde Villarreal
Las más de 900 colmenas, en las que perecieron millones de abejas, serán reinstaladas nuevamente por los apicultores en los mismos sitios ubicados cerca de las orillas del Río Grande en Santa Cruz, en cuanto desaparezca la toxicidad mortífera de la región.
“No estamos dispuestos a irnos y vamos a retornar a los mismos lugares, realizaremos pruebas hasta que el veneno se disipe para poder arrancar otra vez con nuevas colmenas”, anunció el apicultor e investigador Nilo Padilla que perdió más de 100 colmenas y que en 40 de ellas desarrollaba la validación para una nueva técnica de producción de propóleo.
La zona de Río Grande con playas muy amplias ofrecía hace más de 20 años la posibilidad de hacer apicultura por el predominio del parajobobo, una flor que produce una gran cantidad de néctar y de buena calidad por su alto contenido de minerales. Sin embargo en los últimos años la frontera agrícola se fue expandiendo y redujo los bosques, los apicultores tuvieron que ubicarse sólo a largo de unos 70 kilómetros en las riberas del río.
En la mañana del pasado 27 de mayo, Padilla observó que una avioneta fumigaba cultivos de trigo a una distancia de casi cuatro kilómetros de su apiario o conjunto de colmenas, unas horas más tarde evidenció que, el veneno (presumiblemente uno o varios insecticidas) producía la muerte masiva de las abejas que producían miel, polen y propóleo.
HIPÓTESIS
El experto planteó que los apicultores “manejan varias hipótesis de lo ocurrido”. Explicó que la fumigación con la avioneta puede justificar el envenenamiento de sus colmenas por la proximidad donde se encontraban, pero no de otras colmenas que estaban río arriba, en una extensión de casi 70 kilómetros.
Dijo que es posible que el mismo veneno pudo haber sido utilizado, pero con distintas técnicas de fumigación, en avioneta o por tierra. “Pero en otros lugares del Río Grande no percibieron avionetas, aunque el impacto fue el mismo, por ello algunos apicultores incluso se animan a pensar que una especie de nube tóxica pudo recorrer río arriba, pero no lo creo”, agregó.
“Pero de lo que sí estamos seguros es que vamos a volver a los mismo lugares, somos productores y es nuestro oficio, vamos a arrancar con nuevas colmenas que lógicamente tendríamos que traerlas de otros lugares o comprarlas”, reiteró Padilla.
EVIDENCIAS
Hace más de una semana un equipo conformado por funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) y la Empresa Boliviana de Alimentos (EBA) verificaron in situ la pérdida de abejas y colectaron muestras para un análisis químico.
El entomólogo Jaime Rodríguez del Laboratorio Boliviano de Biota y Desarrollo (Biosbo) participó del equipo interinstitucional y apoyó en la toma de muestras para el análisis especializado de residuos de insecticidas. Las muestras se encuentran en el Centro de Investigaciones Químicas (CIQ) de Cochabamba y se esperan los resultados durante esta semana.
“Posiblemente el daño fue por insecticidas, que pudieron afectar a muchos otros insectos, además de aves o peces dependiendo cuál o cuáles de los dos mil agroquímicos fueron usados y que lamentablemente están autorizados en el país”, remarcó el biólogo e informó que la abejas melíferas y las nativas cumplen con el servicio de la polinización y que al afectarlas se compromete la soberanía alimentaria, la persistencia de los bosques y los servicios que ellos ofrecen.
Respecto de la utilización de agroquímicos, Rodríguez asume que su uso para el control de plagas en Bolivia refleja datos a los que se debe prestar mucha atención. Según un reporte de 2018 titulado “Plaguicidas altamente tóxicos en Bolivia”, entre el 2013 al 2017 se importaron más de mil millones de dólares por 212 mil toneladas de plaguicidas.
“Es como decir que en ese período, por cada dólar de quinua que Bolivia exportó, se han usado tres dólares importando pesticidas. Además, en el país estamos usando muchos pesticidas que están prohibidos en otros países por su alta toxicidad no solo con las personas, sino al medioambiente”, añadió.
SOLICITUD
El gerente de la Asociación Departamental de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz), Oswaldo Soruco confirmó que durante esta jornada ingresarán dos cartas al Ministerio de Medio Ambiente y Agua y al Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras en las que se está solicitando la investigación de la mortandad masiva de abejas en Río Grande y el apoyo para el desarrollo de la apicultura.
“La experiencia que hemos tenido los apicultores es la más funesta en los más de 20 años de nuestra historia con la pérdida de las colmenas por factores muy externos a nuestro trabajo con las abejas”, lamentó el apicultor. (CienciaBolivia)