Dijo que la experiencia en el continente blanco fue incomparable y que por primera vez la bandera boliviana fue colocada en la cima del Vinson a las 19.00 (hora boliviana) el 9 de enero de 2020 con una escalada dificultosa que se caracterizó por tormentas polares.
“El ascenso (en la Antártida) tuvo su riesgo, estuvimos atrapados durante cuatro días por una fuerte tormenta de viento y nieve que nos alcanzó en el campamento alto a unos 3.780 metros”, confesó el andinista y asumió que, “si el clima no mejoraba existía el riesgo de quedarse congelado junto con los escaladores de su expedición: una china y un canadiense”.
Para el experimentado andinista, que fue intervenido quirúrgicamente por una afección biliar, dos semanas antes de su partida a la región antártica, el 26 de diciembre de 2019, el desafío de culminar el récord mundial denominado Seven Summits, “ha sido superado con mucho sacrificio y dedicación”.
“Realmente se ha necesitado mucha dedicación, como tiempo e inversión económica por los altos costos en cada expedición, y al no contar con el respaldo del Estado ni del empresariado privado, tuve que hacerlo por mí mismo, pero siempre he llevado nuestra bandera; el rojo, amarillo y verde a flameado en los siete puntos más altos de los continentes del planeta”, agregó.
Guarachi con más de 40 años de experiencia, escaló las cimas del Aconcagua (6.959 m) en América en 1986, el Everest (8.848 m) en Asia en 1998 y el Mckinley (6.194 m) en el Polo Norte en 2002.
También se destacan los ascensos al monte Kilimanjaru (5.985 m) de África en 2015, mientras que en 2016 logró la hazaña de escalar dos montañas, el Elbrús (5.462 m) en Europa y el Carstensz (4.884 m) en Oceanía y la marca mundial para Bolivia fue completada con el Vinsón (4.897 m) en la Antártida, en enero de 2020.
DIFICULTADES EN
ASCENSOS
Respecto de las dificultades por las que tuvo que atravesar en sus expediciones, Guarachi explicó que lo más difícil fue planificar los viajes largos a sitios donde no se había estado antes. “Fue difícil también no contar con un compañero de ‘cordada’ (grupo de escaladores sujetos a una cuerda), con quien compartir planes o ideas en los ascensos”.
“Otras dificultades como la exigencia técnica nunca he tenido, tampoco tuve problemas con el rendimiento físico, excepto en mi último ascenso en la Antártida, al haber estado con una herida de una operación quirúrgica que no estaba completamente sana, mi cuerpo tuvo que aguantar el semejante peso de mi mochila de unos 30 kilos junto con el intenso frío con más de 70 grados bajo cero, el ascenso se hizo difícil”, añadió. (Ciencia Bolivia)