Luis Antezana Ergueta
El incidente diplomático ocurrido en el Salón Oval de la Casa Blanca de Washington ha servido para poner la política internacional en un nuevo escenario y revolvió el fondo de las relaciones internacionales, que estuvieron girando en círculo vicioso. El resultado inmediato fue que la mayoría de las naciones, se inclinó a favor de Ucrania y, por tanto, se ha puesto a favor de la guerra y la minoría, al contrario, a favor de la paz.
El fracaso de esa negociación de paz es la clave para entender qué es lo que se ha producido, cuál es el efecto que han producido una nueva alineación de fuerzas que, posiblemente, tenga diversas reacciones por algún tiempo.
La negociación para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania contemplaba que Rusia suspendía el estado de guerra, a cambio de que los ucranianos suspendan sus operaciones bélicas y otorguen concesiones en territorio de Ucrania. Por otro lado, Estados Unidos tendría participación en garantizar ese acuerdo, condiciones extremadamente favorables a Ucrania y la paz mundial.
Sin embargo, en la reunión entre Trump y Zelenski, éste último se opuso a firmar el acuerdo, creando así una situación crítica a nivel mundial, en la cual EEUU y Rusia fueron objeto de la oposición reaccionaria, creándose, al mismo tiempo, apreciaciones contradictorias en torno al acuerdo de paz que estaba en gestión y el cual era más beneficioso para Ucrania.
En la negociación el asunto capital era terminar la guerra y establecer una paz mundial sólida y no teniendo en cuenta estrechos aspectos secundarios y hasta sentimentales, con lágrimas en los ojos.
En síntesis, Ucrania, si apoyaba la paz, conseguía la tregua necesaria para su reconstrucción y actividad pacífica y, a la vez, participaría en una etapa de paz y ayudas sinceras.
Por otro lado, el planeta gozaría de la anhelada paz.
Finalmente, esa clase de acuerdos es muy conocida, como cuando Rusia negoció, en 1922, con países europeos en momentos en que perdía la guerra. Entonces, Lenin firmó el tratado leonino (‘’aunque solo fuese para cinco minutos”), para terminar la guerra, cediendo los territorios de Estonia, Letonia y Lituania, Finlandia y otros, a favor de los Estados europeos aliados, a cambio de acordar la paz y poner a salvo la revolución. Cosa parecida ocurrió entre Bolivia y Paraguay en 1935, cuando el presidente José Luis Tejada Sorzano impuso la firma del armisticio, perdiendo nuestro país más territorios.