Raúl Ruiz Roca
La decisión desacertada del Gobierno de suspender las exportaciones de carne ha generado un intenso debate. La medida implementada y justificada como un intento por controlar los precios internos y garantizar el abastecimiento local, ha sido recibida con desconfianza y críticas por parte del sector ganadero y exportador. ¿Realmente esta política beneficia al país, o es un tiro al pie que afectará a largo plazo?
Es importante por eso entender que, las exportaciones de carne representan solo el 12% de la producción total. Esto significa que el problema de los precios internos no radica en la exportación, sino en otros factores, como la especulación de la cadena de intermediarios y el contrabando. Al suspender las exportaciones, el Gobierno no solo pone en riesgo mercados clave como China, Hong Kong y Perú, sino que también desincentiva la inversión en el sector ganadero, lo que podría llevar a una disminución de la producción y, paradójicamente, a un aumento de los precios.
Por lo demás, las exportaciones de carne han sido un motor importante para la economía boliviana. En 2024, generó más de 220 millones de dólares, consolidándose como fuente vital de divisas. El crecimiento exponencial de las exportaciones, que superaron las 43.000 toneladas en 2024, es el resultado de años de esfuerzo del sector privado por cumplir con los estándares internacionales y mejorar la calidad del producto. La suspensión no solo afecta a los grandes exportadores, sino también a miles de familias que dependen de esta actividad en regiones como el Beni y Santa Cruz.
La falta de diálogo con el sector productivo es otro punto preocupante. En lugar de imponer restricciones, el Gobierno debería trabajar en políticas que fomenten la producción y la competitividad, como el acceso a insumos y tecnologías. Combatir el contrabando y regular toda la cadena de intermediarios, serían medidas más efectivas para controlar los precios internos, sin sacrificar los logros alcanzados en los mercados internacionales.
La suspensión de las exportaciones de carne es una medida cortoplacista que no resuelve el problema de fondo. En lugar de limitar al sector ganadero, el Gobierno debería apoyarlo para que siga siendo un pilar de la economía boliviana. Las exportaciones no son el enemigo. Son una oportunidad para generar empleo, divisas y desarrollo. Y por todo esto pregunto: ¿Realmente queremos perder eso?
¡La unión es la fuerza!