No existe un solo país en el mundo que haya abrazado las tendencias del socialismo y las del socialismo del Siglo XXI que sea exitoso, afirmó el analista y abogado Óscar Villanueva.
En un contexto donde la retórica política en América Latina sigue polarizada, el socialismo del siglo XXI enfrenta uno de sus momentos más críticos. El presidente de Argentina, Javier Milei, calificó a este sistema como “una máquina de hacer pobreza”, una declaración que coincide con la realidad económica de Bolivia, que está bajo la influencia de este modelo por casi dos décadas.
CRISIS DE COMBUSTIBLE
Y ALIMENTOS
El país se encuentra inmersa en una crisis de desabastecimiento que afecta tanto a los combustibles como a los productos alimenticios de primera necesidad. Las largas filas en las estaciones de servicio, una imagen recurrente en las ciudades especialmente del eje central, reflejan la gravedad de la situación.
La falta de gasolina y diésel ha paralizado sectores clave de la economía, exacerbando la inflación y elevando los costos de transporte. Esto, a su vez, ha impulsado un aumento en los precios de los alimentos de hasta un 30%
Los ciudadanos, golpeados por el encarecimiento de productos básicos como el arroz y la carne, ven cómo su poder adquisitivo se erosiona, mientras que las soluciones estructurales por parte del Gobierno son insuficientes.
La raíz del problema está en la caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN), que han llegado a su nivel más bajo en más de una década.
Durante años dependió de la exportación de gas para sostener su economía, ha visto una disminución drástica en estos ingresos, de más de 5.800 millones de dólares en 2014 a menos de 2.000 millones.
Esta falta de divisas ha dificultado la importación de combustibles, agravando la crisis energética y profundizando la inestabilidad económica del país.
El socialismo del siglo XXI, instaurado bajo el gobierno de Evo Morales, prometía redistribuir la riqueza y reducir las desigualdades. En sus primeros años, los ingresos provenientes del “boom” de los hidrocarburos permitieron mejoras en indicadores sociales clave, como la reducción de la pobreza. Sin embargo, la falta de diversificación de la economía, sumada a una gestión estatal ineficiente, ha expuesto las vulnerabilidades del modelo en tiempos de crisis. La dependencia de los ingresos de las exportaciones de gas y la incapacidad del Gobierno para invertir en sectores productivos ha dejado a Bolivia en una posición crítica.
Al respecto, el analista y abogado Óscar Villanueva, en contacto con EL DIARIO, dijo que no existe un solo país en el mundo que haya abrazado las tendencias del socialismo y las del socialismo del Siglo XXI que sea exitoso.
“El socialismo, como dijo el presidente de Argentina Javier Milei, es una máquina de hacer pobres, porque hacen que los ciudadanos necesiten del Estado y se transformen en dependientes de sus políticas. Por eso cuando te quitan todo, el Estado hace alarde de que te está dando algo que nadie más te da, porque te quitan absolutamente todo, incluso la propiedad privada, los derechos, por ese motivo es un sistema fallido y fracasado”, sostuvo.
“El Gobierno se aferra a una tendencia que no es solamente una casualidad todo lo que está pasando, es parte de una receta que el socialismo aplica, lo hizo siempre, generando pobreza, para que el Estado pueda jugar a ser paternalista, que se ocupa de los pobres, porque si no tiene pobres no tiene en qué apoyarse”, aseveró.
“El presidente del Estado, Luis Arce Catacora, heredó una economía debilitada, pero su respuesta no ha sido suficiente para detener el deterioro”, sostuvo.
A pesar de las promesas de inversión y desarrollo, la crisis energética y el desabastecimiento de alimentos siguen asfixiando a la población.
Las políticas públicas, centradas en el gasto estatal y la inversión en grandes proyectos, no han logrado aliviar el sufrimiento de los bolivianos, quienes se enfrentan a un mercado con precios crecientes y una moneda que pierde valor frente al dólar.
PRECIO POLÍTICO
Y SOCIAL
La tensión social es palpable. Protestas, bloqueos y paros cívicos se han vuelto comunes en diferentes regiones del país, donde la gente exige medidas concretas para enfrentar la crisis. Los transportistas, un sector clave para la economía, han liderado algunas de estas manifestaciones, denunciando la falta de combustible y el aumento de los costos operativos.
El deterioro económico ha puesto en duda la capacidad del socialismo para cumplir sus promesas. Si bien este modelo logró importantes avances en términos de inclusión social en sus primeros años, el contexto actual muestra una cara diferente. Bolivia, antes vista como un ejemplo de estabilidad bajo el socialismo del siglo XXI, ahora enfrenta una recesión que amenaza con aumentar las tasas de pobreza.
Las palabras de Milei, aunque duras, encuentran eco en la realidad boliviana. El socialismo del siglo XXI ha demostrado ser un modelo insostenible en Bolivia, donde la gestión económica ha dejado al país vulnerable a las fluctuaciones del mercado global y a la escasez de recursos críticos.
Villanueva complementó indicando que el socialismo es un modelo que no tiene ningún asidero, situación que está demostrada en las condiciones que se están planteando actualmente en el país, ya que el Gobierno se empeña en seguir las recetas cubana y chavista, consistente en seguir fabricando pobres.
“Al Gobierno le interesa tener dependientes del Estado, funcionarios públicos en cantidades industriales, porque son los que lo siguen y protegen”, aseguró.
A esto se suma el problema de la educación, agregó, debido a que tener gente con poca educación asegura que nadie sea contestatario a sus políticas. Seguimos con la lógica que “en el país de los ciegos el tuerto es rey”.
El analista coinde en que si no se realizan reformas profundas y no se diversifica la economía, el país seguirá en crisis.
Al ser consultado sobre cuál es el camino a futuro, nuestro entrevistado sostuvo que seguir la receta de Argentina sería muy prudente.
Puso como ejemplo: levantar subvenciones, ver el tipo de cambio, las limitaciones que se están planteando a ciertos derechos, las estructuras, la apertura de cielos para los mercados aeronáuticos y para la empresa privada.
“Hay un paquete de leyes que están en las tendencias liberales de Milei, que no son nada malas, entre las que están: la reducción del aparato del Estado, cierre de empresas deficitarias, dejar de usar dinero de la gente para pagar caprichos políticos y proselitistas, que no han servido para nada. Se debe cambiar la ineficacia actual del Estado”, finalizó.
La pregunta que muchos se hacen ahora es si el socialismo, en su forma actual, es realmente una solución viable para los desafíos que enfrenta Bolivia, o si, como sugiere Milei, está condenada a perpetuar la pobreza.