“El país ha vivido dos décadas de ilusiones traicionadas”, afirmó el exmandatario que desde el 17 de octubre de 2003 vive en Estados Unidos, donde permaneció tras renunciar a la presidencia en medio de una profunda crisis política y social. Su salida del país fue dejando al menos 60 muertos y centenas de personas heridas.
Señaló que sus adversarios políticos, hace dos décadas, estaban dispuestos a seguir provocando la “muerte de civiles inocentes», y que en ese contexto mediante un mensaje al Congreso Nacional dejó a disposición su cargo a la presidencia de la república de Bolivia.
Manifestó que en esa su carta describió sus presentimientos de “los días difíciles que venían para Bolivia. Me dolía la violencia y cada una de las pérdidas humanas que ocurrieron esos días”. Dijo que pensó que al volver la calma se abrirían las puertas del entendimiento, y se cumplirían las promesas de los que en su criterio provocaron la crisis social y política.
Pero “no fue así”, sentenció el exmandatario. Rememora que los gobiernos que le sucedieron cosecharon los frutos de su gobierno en cuanto a inversiones, acuerdos comerciales que se lograron en paz y en democracia. Un tiempo en el que el país gozó de la mayor bonanza de su historia.
Sin embargo, “los nuevos gobernantes siguieron alimentando la división, despilfarraron nuestros recursos y desperdiciaron la ocasión que tuvo Bolivia en este tiempo. Creyeron que el éxito era suyo y se dedicaron a cambiar símbolos, a reescribir la historia según sus propios intereses y se aferraron al poder”, sostuvo.
Manifestó que hace algunos meses propuso una propuesta de Constitución, con el objetivo de restablecer los valores fundamentales como la ley y la democracia, pero también “rescatar su espíritu de innovación, tolerancia y unidad”.
“Sigo creyendo en el potencial de Bolivia y de su gente. Para alcanzarlo debemos evitar que las divisiones del pasado dicten nuestro futuro y lograr que la colaboración y el entendimiento guíen nuestras decisiones. Hay que lograr que el ser ciudadano signifique el derecho de buscar la prosperidad y disfrutar de las oportunidades que tenemos.
La revuelta popular en 2003 fue en contra de la política hidrocarburífera que el gobierno del MNR pretendía implementar, el descontento ciudadano creció hasta el punto de que ya no se oponía solo a la exportación del gas por Chile y a precios bajos, sino que su demanda principal se centró en convocar a una asamblea constituyente para modificar la Constitución, pedido que el exmandatario se negó a dar paso. (ANF)